"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges


15 de julio de 2013

14 de julio de 2013

Ofertorio azteca en fin de conteo maya, de Eduard Vladimirovich Ferinov

OFERTORIO AZTECA EN FIN DE CONTEO MAYA

Bajo superficies enciendo la flama
que decora la quietud del vuelo nocturno
y como  el gavilán
que desciende  sobre presa en silencio,
no explico, ni pondero,
sólo me dejo llevar
por diástoles y sístoles
para encontrar la quimera de soles
que me cristaliza el sesgo.

Palabras para Usted, de María Negro

Palabras para Usted

El visitante nocturno, de Enrique Meitin

EL VISITANTE NOCTURNO
                                                                          Un cuento de Enrique A. Meitín

El tiempo transcurría y todos íbamos creciendo. Acabábamos de mudarnos de mi Habana Vieja para el Vedado cuando descubrí que en el edificio de al lado vivía una hermosa muchacha, de alrededor de quince años, alta de piernas largas pero muy bien formada, de cabello negro y ondulado que le llegaba hasta la cintura. Era un encanto de mujer, cuando la vi quede flechado, igual que le había pasado a mi hermano cuando la vio. Ambos, cada uno por su parte, tratamos de entablar amistad con ella para hacernos amigos y poder conversar… tal vez algo más, quizás. Pero mi hermano, mayor que yo y con más experiencia también en asuntos de faldas, logro hacerse de inmediato su amigo, y en secreto su "desesperado" e irreflexivo amor hacia la joven, como podrá usted comprobar mas adelante.

11 de julio de 2013

Abandono, de Alvaro Torres-Calderón

Abandono

Gotas de viento, un tinto rojo,
el clamor del sabor de las uvas,
y el flagelo de los lazos de cal
hicieron llover la gran savia,
matando el tacto deleitoso
de la vena de vidrio por donde surcan las memorias
                 fijadas en las llamas del pacto hechizado.

Dos veces culpable sin razón, de Enrique Meitín

DOS VECES CULPABLE SIN RAZON

Un cuento de Enrique A. Meitín

En realidad el acusado había pasado los primeros días de interrogatorio en interrogatorio, donde con él ensayaron diferentes tipos de torturas, pero era obvio que la intención de sus captores no era matarlo, sino que le sirviera de ejemplo, pues en realidad no había razón para culparlo de aquel atentado. Le suministraron muy poco alimento, y casi nada de agua, con el propósito de debilitarlo, no sólo física sino también mentalmente. También llegaron a anunciarle cuáles serían los próximos suplicios.
Llegó a perder la noción del tiempo, y sabía solo cuando era de noche... porque había mucha oscuridad en la celda y podía rendirse, aunque tiritando de frió y sufriendo de las heridas recibidas y sin ninguna cura. Pasado unos días, lo despojaron de todas sus ropas y se pasaba desnudo todo el tiempo. Fue por una semana que estuvo incomunicado y aislado completamente e ignorando cuál era su situación legal… hasta que fue puesto en libertad…lo ocurrido allí en las sombras fue relatado a su esposa y sus hijos días después de su regreso…
Al regresar a su casa se le veía demacrado, sucio, barbudo, con algunos moretones por el cuerpo, algunos dedos vendados y ennegrecidos y vistiendo la misma ropa con la que había salido de la casa hacía algo más de dos semanas. Hecha jirones, tapado con una manta roja… casi descolorida, que les hizo comprender a todos, que la gestión hecha por su esposa para que esta llegara a manos de su marido a través de algunos de los amigos de este, no había sido infructuosa.
Con voz entrecortada, refiriéndose a lo que había vivido en prisión, y por no alarmar mucho a sus seres más queridos, comenzó a contarles.
---Si bien a uno de los jóvenes detenidos el mismo día, le fracturaron la barbilla con una patada y a su novia le hicieron de todo, a mí, gracias a Dios ninguno de los guardias quiso darme golpes. Incluso uno hizo el ademán de hacerlo, pero de inmediato recapacito… no sé por qué y no lo hiso y manifestó refiriéndose a mi…

Poema sin título, de Celia Silva

Poema sin título, de Celia Silva, poetisa venezolana

Existe un hombre en mi corazón;
el que menos pensé, el que no creí,
que pudiera pasar por mi razón.

Él está allí y no lo quiere ver
o tal vez lo sabe pero hace que no ve.

Ruleta, de Alvaro Torres- Calderón

Ruleta


¡Dados de la suerte!
  ¡Dados de la suerte!

Que el viento adora sus perfiles y
por sus hoyos desembocan
mi aliento y mi destino.
Giros y más giros.

Solo verso libre desgarra, de Eduard Vladimirovich Ferinov

SÓLO VERSO LIBRE DESGARRA

Me siento como ese indigente que extiende su mano
en pos de migajas de luz
para encandilar sus tripas sedientas,
sus sedientos antros de dolor.
Mientras, un decapitado enmienda la plana
y ya es demasiado tarde
para abordar el tren postrer.

9 de julio de 2013

Revelaciones del Magreb*, de Alvaro Torres-Calderón

Revelaciones del Magreb*

En sus ciudades vi dormir el sol,
el viento llevaba la arena de lenguas alborotadas.

El minutero durmió en almohadas de ensueño y
los gansos volaron felices de tener tan ilustre huésped
entre sus plumas y graznidos.

Ni el poema, de María Negro

Ni el poema

No deje nada en vos.

Masculinidades parodiadas, de Eduardo Nabal Aragón

MASCULINIDADES PARODIADAS

Chavela mía, de Eduardo Fernández Fernández

CHAVELA MIA

-I-
Por surcos de hiedra náhuatl tu herencia espolvoreas;
voz quebrada como granada en fragmentación,
Me regalas guitarra y de tequila el trago.
Cantemos a Luna de altiplano al son de coyotes;
bailan sus pelajes de cepillo sobre la tierra elotera.
Mezcal y tamales enchilan nuestros ojos,
ojos paridores de bruma, arman algazaras con tinieblas.
Yolanda y Eunice nunca olvidaron aquella noche.
Aldea con bríos de capital: charros destapados en el viejo “Balmoral”.
Mujeres levitan como cometas, sahumerios en hedores de suicidio.
¡Qué larga procesión del desamor!
Quizás Frida, eterna cavidad de angustias
te pinceló con entraña la mueca:
espectro protector de Coyoacán
-II-

Tilda Swinton, inmensa en el Moscú de Putin, de Eduardo Nabal Aragón

Tilda Swinton, inmensa en el Moscú de Putin

Esgrimiendo una bandera del arco iris en el centro de Moscú, Swinton vuelve a sorprender, sin grandes discursos, como una actriz versátil, polifacética   y como activista incansable por los derechos LGTB.

Vengo a masterizar tu voz, de Eduardo Fernández Fernández

VENGO A MASTERIZAR TU VOZ

Vengo a masterizar tu voz
sobre este lienzo de plasma
que me acaricia la memoria.

4 de julio de 2013

Tatuajes, de Eduardo Nabal Aragón

TATUAJES

El hombre del trabaje gris pasa todas las mañanas
delante del escaparate multicolor de la tienda de tatuajes
Camino de la oficina, con prisas y aire somnoliento
a pesar de la hora, a pesar de la edad
se detiene un instante cada día, fascinado, como la primera vez
Imágenes de cuerpos multicolores, mujeres y hombres
En sus desnudos cuerpos.
El hombre del traje gris sueña con los ojos verde ofidio
del joven dependiente
Sueña como dibuja barrocas o hipnóticas figuras
Sobre espaldas desnudas
Como acaricia su cuerpo, lo penetra con una aguja esterilizada
Sus maquinas de coser de colores desgarran la piel de su cuerpo
que ha empezado a dejar de ser joven
Un día, el hombre del traje gris y la mirada esquiva
Entra tembloroso en la tienda de tatuajes
Olor a cuero, olor a sudor.
Momento imaginado durante meses
El joven de ojos verde no parece reconocerle
Lleva un gran tatuaje de serpiente en el brazo
A cambio de treinta euros traza un diminuto corazón
en la nalga temblorosa  de nuestro asustado caballero
Hace fríamente su trabajo, no hay ni rastro de amor

También el verso salva, de Eduardo Fernández Fernández

TAMBIÉN EL VERSO SALVA

Sucede, hermanas y hermanos
que el camino suele ascender
como trazo alto de curva
y en  locura de las cuestas
posible es que el alma quiebre.

¿Quién teme a Jane Austen?, de Eduado Nabal Aragón

¿QUIÉN TEME A JANE AUSTEN?



Mi curiosidad por el sadomasoquismo data mi más tierna infancia, cuando jugaba a romanos y cristianos con mis compañeros de clase. Mi preferencia por el papel de romano, centurión con látigo en mano, dando siempre órdenes, me sorprende hoy día, cuando tiendo más a preferir un papel pasivo en las relaciones de poder. Tal vez el misterio radique en la turbulencia de una adolescencia de autorechazo y descubrimiento dolorido de una sexualidad disidente en una ciudad provinciana.  Nuestros juegos de entonces, circo incluido, a pesar de su sadismo escénico (puro teatro),  se quedaban pequeños al lado de los brutales castigos que todavía nos inflingían los profesores de avanzada edad, nostálgicos del franquismo, amantes de los rezos  e inexplicablemente nunca jubilados.  A menudo me pregunto si los niños y las niñas que hoy tienen doce años siguen recibiendo violentos tortazos por parte de esos profesores, si estos energúmenos siguen impartiendo clases en el colegio de mi infancia y si estos chavales de nuevas generaciones siguen callando, sin rebelarse, como nosotros hacíamos. Tal vez hayan jubilado a aquellos profesores, o se hayan adaptado a los nuevos tiempos y las nuevas pedagogías (cosa que dudo) o algún alumno  espabilado o padre indignado hayan puesto fin a su reinado de terror.

Prado y Trocadero, de Francisco Muñoz Soler

PRADO/TROCADERO


Como animal fiero transité
por las venas de la gran señora
solitario peregrino de testuz erguida
y amargas percepciones de dulzor enajenado,
me adentré con creciente vacío
—por arterias desplomadas y señoriales
bañadas por rescoldos de añoradas lumbres—
y mi cámara captora de asombros,
por Prado deambulé acompañado de ausencias
tras esquinar ondeantes destellos

3 de julio de 2013

Las brujas de Winterson, de Eduardo Nabal Aragón

LAS BRUJAS DE WINTERSON


La novelista inglesa Jeannette Winterson vuelve al terreno de la ficción y la fantasía tras su conmovedora y sincera autobiografía. En este caso nos cuenta la historia de Alice, una mujer singular y dotada de un extraño poder  y acusada de brujería en Lancashire durante el reinado de Jacobo I. Como siempre en Winterson está presente una mirada femenina, feminista  y lésbica sobre sus criaturas, sean del pasado lejano o del futuro incierto.
 Después de "¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?" dónde esta autora - ya clásica dentro de la literatura feminista, lésbica y queer- nos cuenta su difícil infancia y juventud en una familia desestructurada, beata  y una Inglaterra empobrecida, Winterson se adentra con "La mujer purpura" en un misterioso y vergonzante suceso histórico que le sirve para desplegar ese lenguaje cautivador y poético que la caracteriza como narradora original y de primer orden, amada por los lectores y respetada por la crítica. Winterson nos cuenta una historia de mujeres y secretos, sobre todo la historia de Alice - una mujer sabia incriminada en un proceso de brujería- pero también una historia sobre la miseria y la intolerancia de las instituciones eclesiásticas y judiciales de la época. Del ciberfeminismo a la novela histórica (“La pasión”) Winterson se mueve también con soltura en el terreno de la novela gótica sin perder un ápice de esa construcción transgresora, mordaz e intimista que caracteriza a sus mejores novelas.

1 de julio de 2013

Soy violín del campesino, de Eduardo Fernández Fernández

SOY VIOLÍN DEL CAMPESINO

De este cuerpo que vibra en su fulgor,
sonoras maderas amalgamadas,
brota el alma como flor perfumada
y refleja sus quejumbres el amor.

Abril en la ciudad, de María Negro

Abril en la ciudad
Autora: María Negro, poetisa y narradora de Argentina

No te voy a perseguir por autopistas gastadas de lugares comunes y aburridos.
No te voy a pegar cartelitos en el bondi ni en la esquina de tu casa dándote pistas para el tesoro.
No te voy a salir de atrás de un copo de nieve celeste con olor a plaza, a tobogán y esas cosas.
No estoy en tus fotos del colegio, con trenzas y sonrisa sin dientes.
No tomamos helados ni corrimos carreras.
Nunca llovió cuando te sonreías.
Aunque escampó cuando lloraste.
No te voy a jugar al truco este aleteo de pájaros huérfanos en el pecho, esta lluvia de abril.

Alamar, de Francisco Muñoz Soler

ALAMAR
Muchas veces en nuevo Zagreb o en el Este de Berlín
he tenido la pesadilla de que estaba en Alamar .
CARLOS A. AGUILERA
En el extremo este de la gran señora del trópico
rodeado de deslumbrantes tesoros naturales
se halla un laberíntico e inhóspito crisol,
entre roquedales, espumas y brisas de aromas
y un perfumado e intenso verde enamorado.
Alamar resplandor de espejos quebrados
de arterias sin centro de mares sin sirenas,
erial de asombros de perfiles girados
germen de mixtura autóctona de estrellas,
árido escenario de alumbramiento poético.

El Indio, el Lobo y la Puta madre, de María Negro

El Indio, el Lobo y la Puta madre




A la tribu ricotera.
Nunca fueron ni serán patéticos viajantes



“No quiero la terrible limitación del que vive
tan sólo de aquello capaz de tener sentido.
Yo no: quiero una verdad inventada...”
Clarice Lispector