14 de abril de 2011

La pregunta (minicuento) de Pedro Merino


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El quiosco era como un oasis.  Desde todas partes se veía con plantas.  El  toldo cubría a las camareras que obligaban a sentarse a los clientes.  De pronto una pareja de militares no sabía qué hacer: si entrar o continuar la hambrunosa marcha.  Que cuando ella quería, él le decía que tenía poco y con los estómagos estragados pensaban en las ofertas que oscilaban de uno  a cinco... De repente se detuvieron  frente al capitán. Lo miraron confundidos, sin saber qué decirle o cómo preguntarle.  Retrocedieron.  Pensaron en los Rapiditos y en los Rápidos.  ¿Qué será? Era la pregunta psicológica.  No la  pregunta oral, ni siquiera escrita, porque lo que vieron: latas de refrescos, cervezas y platillos con papa rellena, de algo, rodeada de vegetales,  y croquetas... estupendas.
Sí.  Se decidieron.  Hay que interrogarlo.  Era imposible seguir así. Hasta que el capitán les sonrió cubanamente y lo enfrentaron de socialismo o muerte:
— ¿En moneda nacional o en dólares?

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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.