con el premio de verte
escondiendo angustias
durante madrugadas,
al rotular el dolor
con caligrafía perfecta
cuando tejes el poema,
o esbozas artilugios
como hilvane de pasiones,
imantando esta humanidad
que pugna hacia la luz.
Cuando el sopor del plasma
permite masterizar en su sigilo
el timbre de tu voz,
de acento imaginado
y entonación cantarina,
hay momentos esquivos
que acarician,
y saludos con el rabo de los ojos
y frases que fusionan,
escurro cuerpo solitario
de peregrino luchador
hacia el borde de los sueños
y orbitando tu entorno,
me dejo levitar
Soy como un ente
que te arropa el alma
durante larga noche invernal,
desempolvando saberes,
sin testigos,
sin espías,
sin blasfemias,
porque urgen abrazos,
que retengan el aliento
a punto de escapar,
a puro mordisco,
a puros zarpazos.
No es aún la hora
del pitazo final.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, octubre de 2012
Nota: Visite el blog La ermita del hereje para leer más sobre el autor.
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.