"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges


30 de enero de 2011

Con la misma furia de la primavera



Por Alberto Lauro

Con la misma furia de la primavera
Nota a la segunda edición

Este es un libro que se publicó pero que no existe. Los poemas fueron escritos por Alberto Lauro (Holguín, Cuba, 1959) entre los años 1983 y 1986 en Holguín y La Habana. Después de arduas discusiones del jurado, Con la misma furia de la primavera obtuvo el Premio Literatura-86 y fue publicado en abril de 1987. El poeta Manuel Díaz Martínez presidió el jurado y –como antes le sucedió con el libro Fuera del juego de Heberto Padilla o Hija de Eva de María Elena Cruz Varela- le otorgó la distinción, en contra de la institución que lo convocaba: el Sectorial Provincial de Cultura de Holguín.
A ello le siguió un enfrentamiento del autor con los funcionarios de esa entidad, y luego con los del Partido Comunista de la localidad al negarse a suprimir algunos poemas que, según le objetaron, daban una imagen negativa y contestataria de la juventud cubana, así como lo inconveniente de algunos nombres que aparecían en las dedicatorias. El autor se negó y amenazó con publicarlo fuera de Cuba. Para evitar el escándalo, el libro vio la luz con muchísimas erratas y omisiones de algunos destinatarios de los poemas. A su presentación en Holguín, sin convocatoria de prensa ni público, asistió el poeta Eliseo Diego para dar apoyo a Alberto Lauro. No hubo notas periodísticas ni tuvo reseñas, salvo la aparecida en la revista Manxa, de Ciudad Real (España), firmada por el poeta y crítico Antonio González Guerrero. Ya para esa fecha era un joven poeta de reconocido prestigio. Había obtenido varios premios literarios nacionales, participado en programas de radio y televisión, y en eventos auspiciados por la Biblioteca Nacional José Martí, el Ministerio de Cultura, la Asociación Hermanos Saíz (apéndice de la Unión de Jóvenes Comunistas que controla a los artistas y escritores jóvenes) y la Casa de las Américas, amén de su precocidad como periodista en el diario Ahora de Holguín. No le permitieron cumplimentar las invitaciones literarias que recibió de universidades y entidades extranjeras, aunque él reclamó este derecho durante varios años al mismísimo Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

El libro no fue distribuido en las librerías, salvo algunos ejemplares en su ciudad natal, donde con posterioridad han sido vendidos a precios exorbitantes en el mercado negro. Fue la consecuencia de su osadía al publicar en España, meses antes de recibir este premio, con el patrocinio del poeta chileno Alberto Baeza Flores y el poeta y editor español José Jurado Morales, Parábolas y otros poemas (Ediciones Rondas, Barcelona, 1987), sin permiso oficial. Los ejemplares que le remitieron fueron confiscados y decomisados en la Aduana de La Habana. Tampoco le aprobaban que, haciendo caso omiso de las numerosas advertencias de la policía de la Seguridad del Estado, siguiera colaborando en revistas literarias internacionales como Quimera, Cuaderno Literario Azor y Manxa (España), Linden Lane Magazine (Estados Unidos), Revue Noire (Francia), Babel (Portugal), entre otras, e ignorando a la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, organización a la que se negó a pertenecer.
A pesar de la censura, el libro en copias manuscritas situó al poeta entre las voces destacadas de la “Generación de los 80” en la isla. Años más tarde algunos poemas del libro fueron publicados por Emilio de Armas en la revista Letras Cubanas y otros en distintas publicaciones como Unión y El Caimán Barbudo, siendo incluido en  numerosas antologías, entre ellas: Un grupo avanza silencioso (UNAM, México, 1990, y Letras Cubanas, La Habana, 1994); Provincia del Universo (Ed. Holguín, Cuba, 1993); Poesía Cubana: la isla entera (Ed. Betania, Madrid, 1995), Los frutos del sol (Ateneo de Los Teques, Venezuela, 1996),  La eterna danza (Ed. Letras Cubanas, 2000 y 2006), Antologia de la Poesía Cósmica Cubana (Frente de Afirmación Hispanista, México, 2001), Los frutos del sol (Ed. La hoja de la calle, Venezuela, 2003), y Nueva Poesía Hispanoamericana (Ed. Lord Byron, Lima, 2007), entre otras. En 2002 leyó una amplia selección de este poemario  y de Cuaderno de Antinoo (Ed. Betania, Madrid, 1994) para toda Cuba, desde las emisiones de Radio “Martí”, radicada en Miami, en el programa “Poeta, poema, poesía”, dirigido por la poeta Rina Lastre.
El autor se negó a publicar en las editoriales de Cuba desde 1986. En 1990 le permitieron ir a Suiza invitado por la Asociación de Estudios de Literatura y Sociedades de América Latina, y los Departamentos de Español de las Universidades de Neuchâtel y la Católica de Friburgo. A su regreso varios manuscritos le fueron confiscados y nunca devueltos aunque hiciera múltiples reclamaciones. Los últimos años en Cuba los pasó prácticamente aislado y vigilado en una mansión en La Habana. Su artículo publicado en Francia “Últimas conversaciones con Reinaldo Arenas” (Revue Noire, Nº. 6, Sept.- Oct., 1992), estando aún en La Habana, marcó su pública ruptura con el régimen castrista. En 1992 varios amigos lo convencieron para que editara y fuera reivindicado. Entonces les entregó un manuscrito con poemas todavía más pesimistas (Libro de las noches de Job), que fue aprobado por la Editorial Letras Cubanas para su edición, mientras el poeta sabía que intentaría escapar de Cuba. Falsificando un permiso de salida oficial lo logra. Ese poemario no llegó a editarse. Dentro de Cuba, apoyó siempre en público a sus amigos marginados por la oficialidad cultural, entre ellos, la pintora Antonia Eiriz, el pintor Raúl Speek,  el cineasta y pintor Nicolás Guillén Landrián, el artista Miguel Ángel Ponce de León, la pintora Clara Morera, el escritor Reinaldo Bragado, el preso histórico de “los plantados” Alfredo Mustelier –al que ayudó a revisar textos escritos por él en prisión, que luego fueron dados a conocer como denuncias fuera de Cuba-, o el prisionero político y Presidente de la Comisión Cubana pro Derechos Humanos y Reconciliación Nacional Gustavo Arcos Bergnes. A su llegada a Madrid en 1993, el poeta Gastón Baquero le entregó manuscritos de libros suyos que pudo sacar clandestinamente de Cuba.
       Con el aval del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas y el Consejo Español de Ayudas a los Refugiados, el Gobierno español le concedió primero asilo político y la ciudadanía española después.
       Según la información de www.cubaliteraria.com, portal literario oficial de la isla, con datos suministrados por el Instituto de Literatura y Lingüística y el Instituto Cubano del libro, el autor nació en 1914 y falleció en 1959.
       Al cumplirse los veinticinco años de su aparición Visión Libros Editorial, tal cual el poeta lo concibió, rescata para sus lectores Con la misma furia de la primavera,  el libro que le diera notoriedad a pesar de la censura del régimen y el secuestro de los ejemplares editados de este libro, escrito por Alberto Lauro, poeta, escritor y periodista cubano, que continúa denunciando desde España y los foros internacionales la falta de libertad de expresión; el encarcelamiento de los periodistas, escritores y artistas independientes, y el férreo control del Gobierno cubano sobre los medios de comunicación en Cuba.




PUESTA EN ESCENA

Cuando se apagaron las luces
empezó, implacable, el redoble del tambor.
Iba pasando el desfile
de lentejuelas y máscaras
que animarían las funciones
de la siniestra temporada.

Más tarde apareció el payaso
que a nadie hizo reír,
soltando sobre nuestras cabezas
pavorosas llamas de su boca de dragón.
En la misma escena antes había sido
cartomántico, domador, equilibrista
y otros oficios innombrables.

Vimos el fuego tomar alturas,
llegar hasta la carpa destrozada
que ya para entonces
amenazaba con hundirse
entre el silencio y las ruinas.

Lo demás ya se sabe.
Los monos escaparon a la madrugada.
La rumbera se fue con un borracho,
dejando tras su paso huellas
de tules y alcanfor.
Los elefantes aplastaron el campo de rosas.
El circo se incendió.




POEMA DE LA EXTRANJERA


Tendida sobre un banco de madera
de modo que la sábana
improvisa la fría mortaja de los muertos,
sobre tu viejo abrigo
del color más furioso del verano,
dormitas en la estación
sin intentar otra visita a la casa de tu madre,
besar por última vez a los que te amaron,
sentarte a la mesa del abuelo.

Urgente hiciste las maletas para el viaje.
No echaste en ella memorias
(son harapos, ceniza, proyectos inútiles:
deja que los recuerdos entierren  a los recuerdos).
No lleves contigo fotos de nadie
(la distancia borrará
los nombres de las caras enmudecidas)
ni direcciones para enviar a fin de año
tarjetas con pedazos de espejos y luces
del árbol talado de la Navidad.

Es inevitable que a donde vayas te acompañen
desastres, sobresaltos que despierten
amor y remordimiento debajo de tu piel.
Con las manos y labios resecos no digas adiós.
Ponte los espejuelos más oscuros
de manera que podamos olvidar
el desesperado cielo de tus ojos.
Despierta. Vas a partir,
Viajera hacia la noche.




PUPILAS DE TIRESIAS

                                  I Tiresias, though blind, throbbing betwen two lives.
T.S. Elliot.
                                  
Sus dedos van palpando la pared de sombras,
La áspera textura del escombro,
siluetas ignoradas
                               en el silencio del sol.

En el espacio sitúa la posible dimensión
de un objeto, el cuerpo y el deseo.
Contempla la mirada de la esfinge
para quien todo nombre de suicida es ignorado,
el enigma en la escritura de los signos
que ni el tiempo ni el sueño de los hombres
pudieron descifrar.

Lo cotidiano, lo sobrenatural
tienen el mismo sentido para él.
Opaca y limitada es la efímera página
del libro que alienta la vida del poeta.
Desde la densa oscuridad define sonidos,
palabras en la noche de las islas,
cuando un pez cruza el alga transparente
en los colores del ciego
y se apagan las luces de la ciudad.
No existen señales en sus calles.
Ausentes los astros estallan en su cielo.
Huésped de sí mismo en la tiniebla
es digno de los dioses: su milagro.
Tanto como la ofensa la compasión le es extraña.
Por generosidad o desprecio
no le tiendan manos al pasar. Ni fuego.
Para qué quiere la luz:
aprende a caminar entre las ruinas de su tiempo.

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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.