La otra imaginación de Nielsen

Con Gustavo Nielsen

Por Pedro Merino

Hay novelas con ganchos que atrapan al lector, pero lo sueltan a mitad de su historia. El amante de las letras queda burlado porque,  si se comienza bien, en recompensa debe terminarse mejor.
El caso de La otra playa, de Gustavo Nielsen, tiene la peculiaridad de resaltar el título de la obra, así como el nombre y apellido del autor, por supuesto.  Sin embargo,  el Premio Clarín de Novela 2010, editado por Alfaguara, queda marginado en un rinconcito de la cubierta. El lector está obligado a virar el ejemplar para leer dicha premiación. “El premio  se va de pachanga“, como dijera el autor  en su presentación en la Feria Internacional del libro, Miami 2011. Entonces gana la literatura.

Ante casos así el lector indaga, rebusca, imagina encontrar un vestigio o imagen del autor en su contra portada. Tampoco la encuentra. La fotografía de Gustavo Nielsen está ausente. Su currículum también.
Luego el  amante de las letras hojea el libro y se da cuenta que está compensado entre el modo del narrador y el modo de los personajes. Es decir, el discurso, o  la forma en que está escrita la obra. Es ahí, en ese punto, cuando se embulla a leer. Se embelesa en su lectura.
La novela, de 179 páginas, y escrita en tercera persona del pasado, hace más fácil y obligada su lectura. Cada diálogo, natural y significativo, atrapa al lector hasta su punto final.  La historia, o contenido, versa sobre un matrimonio que se reune con otro para interpretar las fotografías, o más bien, las diapositivas de un viaje donde se desborda la imaginación. Y en ese viaje, lo blanco y lo negro de las diapositivas es más emocionante, para los personajes, que el mundo de los colores. O sea, la riqueza de ver más en blanco y negro que a todo color.
Sin dudas, en esa novela, gana el  lector, la editorial, el autor...y  la literatura en la otra imaginación de Nielsen.