Nota: foto tomada de www.acambiode.com
Autor: Tony Pichs, poeta cubano radicado en Miami, USA.
Al frente de mi casa, en la Habana, Cuba, se encuentra abandonada una hermosa casa,
como tantas cosas que están abandonadas en mi hermosa tierra,
y ahí, en su balcón está intacta una silla de madera fina que nadie usa, quedó encadenada a unos recuerdos y a miles esperanzas.
Y me digo a diario al pasar por su balcón, que me gustaría fuese mía y que estuviese en mi casa.
Su barniz está intacto como los deseos de las personas que quieren gritar libertad y se reprimen y mientras la tierra da vueltas, ahí, ella resplandeciente espera por sus dueños que la dejaron abandonada.
Me gustaría prevenir que el fuego la exterminara, que el Sol le quite su brillo.
Esta silla, antes de que sus dueños partieran, le cantaban y le leían unos versos a una hora precisa para que conservara su belleza, como a una niña mimada.
Es tan relativo y fácil su alcance, y a pesar de eso, no me atrevo a ponerla en el patio de mi casa.
Ella es como la noche que reluce, como los ríos y los montes que anchos solos respiran.
Si la quito de su sitio, sería como quitarle las esperanzas, ella espera, ahí, sola, en sus penumbras y atada a las barandas que esperan la llegada de las aguas.
Temo que la cojan para hacer un ataúd, o para construir una balsa, aquí todo se acaba, ya de esa hermosa casa no quedan ni las ventanas, y sin embargo, la silla esta intacta como el coraje de mi gente, como los algodones, como las azucenas.
Mi ciudad se a convertido en un pueblo que se embarga, y al mismo tiempo castigada con su ignorancia, por eso temo por la hermosa silla que está abandonada, puede que sea quemada, como los libros que nacieron antes de que esta mal revolución llegara.
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.