Autor: Alexei Dumpierre, escritor cubano exiliado en Brasil.
Ya nos habíamos preparado para salir de compras. Ella se adelantó mientras yo cerraba la puerta de la casa. De forma inesperada sus gritos acompañados de un llanto casi agonizante me hicieron saltar como un resorte y correr en su auxilio. El rostro reflejaba una profunda angustia y dos lágrimas corrían por sus mejillas. Con una mano se aguantaba del pasamanos de la escalera que bajaba hasta el garaje y con la otra levantaba la saya larga debajo de la cual temblaban sus piernas. La derecha estaba ligeramente separada de uno de los escalones, por lo que pensé que se había lastimado un pie.
__ Mi amor –le dije con todo cariño–, apóyate en mi y vamos a sentarte en la sala.
__ ¡No, no puedo moverme! Sólo haz lo que te pido lo más rápido posible.
Con voz titubeante me solicitó que le trajera urgente algunos curativos. Sin saber que hacer fui corriendo hasta el baño y conseguí encontrar con cierta rapidez lo que me fue encargado. Me palpé los bolsillos para ver si estaban las llaves del carro, mis documentos y cierto dinero por si tenía que correr con ella para el hospital. No podría describir con claridad todas las ideas que pasaron por mi cabeza. Si algo siempre me produjo un profundo estado de desesperación fue verla enferma o herida. Preferí en todo caso que sucediera cualquier cosa conmigo antes de verla sufrir.
__¡Apúrate, por favor! –me gritó con mayor angustia.
Mi cuerpo tembló de pies a cabeza. Llegué a su lado en un santiamén. Con visible nerviosismo abrí el algodón y lo unté con desinfectante, destapé el spray anestésico y me agaché tratando de calmarme ante lo peor que pudiera aparecer frente mis ojos. Fue en ese instante que vi debajo de su zapato al pequeño animalito que ella aplastó levemente.
__¡Déjame! Yo misma voy a curarlo –me susurró entre sollozos–. Sé que los ratones son perjudiciales, pero me muero de tristeza pensando que pueda hacerle daño.
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.