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En una noche a punto de ser madrugada el camello se detiene. Los pasajeros bajan y yo subo. Un cobrador vocea: arriba que es el último, mientras vemos a un borracho ensangrentado en la parada. Nadie camina por los contornos. Solo un hombre observa al borracho. Se le acerca. Le pide algo y no le responde. El camello no ha arrancado aún, cuando el hombre se agacha. Otro cobrador grita que no hay confronta, tal vez para auxiliar al borracho. Pero el movimiento del camello impide oír voces. Miro hacia atrás y veo al borracho definitivamente acostado y al hombre abandonarlo con unos tenis en la mano.
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.