"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges


14 de agosto de 2011

Las carpas (fragmentos del cuento), de Pedro Merino




taringa.net  



LAS CARPAS
I
      A unas millas al nordeste de Cayo Hueso el azar guiaba la balsa. Traqueaban las sogas en la maderada. Los vaivenes nos tenían entre náuseas  y vómitos. Alterné con uno que descansaba, y a pesar de partirse la paleta de mi remo, tuve confianza de sobrevivir gracias  a mis socios.
Llevábamos cinco días entre las  olas,  con  tempestades veraniegas. Los cuatro últimos sin comer ni tomar agua, cuando el cielo descargaba los nubarrones. Sentíamos la necesidad de caminar por una base firme y nos mirábamos los pies negruscos. Ariel me dijo que no tendría más peste a chicote.  Comenzamos a confundir los nombres y a hablar de apariciones de alimentos. Abel se acordaba de la mujer y hacía como ella en la cama.  La existencia de vida se hacía invisible. Gustavo nos alertaba que ya estábamos en el Triángulo de las Bermudas. En condiciones adversas hacíamos chistes y soñábamos aún sin prever que lo peor estaba por venir.
El salitre nos asfixiaba y no había estrellas. Estábamos flotando en un andamiaje de manufacturas y brincábamos sobre el mar.  Sin querer tomábamos buches salados. Buscábamos protección con los seis sentidos. Pasábamos como pelota de ping pong de una onda a otra y veíamos las cataratas de las olas. Alguien cayó  al mar. Gritamos y no  nos oyó. Le pedimos a  Dios que nos perdone, que preserve nuestras vidas.  José dijo que “el Padre atiende a sus hijos, no  a los entenados”. Nos adaptamos a la situación y a nado nos postramos en la balsa. Faltaba Carlos y con la calma de los vientos nos dormimos a la apuesta de la supervivencia.

El dolor de cabeza junto a la fetidez de las vomiteras y otro maremoto sin explicación científica nos despertó, cuando las pupilas me estiraron y me encogieron a un pez.  Se nos acercó. Lo observé alargado, estrecho, y tenía ojos abiertos y cerrados. Mis amigos quedaron mudos. Era una de varias lanchas de rescate y salvamento que nos ayudaban a subir por la escalerilla, más tarde.  Dos no respondían acostados en la cubierta del navío: eran José y Raúl,  y pensé en los familiares. Caminábamos mediante brinquitos y la sangre nos hinchaba las venas: nos acalambraba desde los pies, nos subía un corrientazo hasta los muslos. Me hicieron señas para que bebiera y después comiera lo que  salía de un tubo de pasta que reconstituye las sales de hidratación y escuché a gentes hablar en inglés, además de una música de vitrola. Luego supe, a pesar de estudiar en una escuela de idiomas, que el orador era Clinton: A partir del 19 de agosto los cubanos que sean rescatados en el Estrecho de la Florida, por el Servicio de Guardacostas, serán trasladados a la Base Naval de Guantánamo y retenidos por  tiempo indefinido, sin la posibilidad de tramitar su ingreso  a los EE.UU.


II
31 de enero de 1996.
Sentado en el “pájaro de hierro” los diecisiete meses en Guantánamo Bay andan por la pista, por la escalerilla. Como nomos de almanaques se traban en mi vista. Me voy, pero queda mi aura que tal vez en otro éxodo algún compatriota ajuste su tronco y sus extremidades en ella.
No sería humano si olvidara las ciudades de las carpas. Durante diecisiete meses asilaron a 33 560 balseros.  Cuarenta millas cuadradas tenían los campamentos que albergaron, además, unos 21 000 haitianos.  El costo de la operación fue de 250 millones de dólares.   Actuaron 8 400 militares estadounidenses.  Regresaron  1200 balseros a la Isla,  400 no voluntariamente por antecedentes penales, o por cometer  delitos graves en la Base.  Actualmente quedan 20, que no se les permite viajar  a EE.UU. y “no se les obliga a regresar a Cuba”, confinados en el campamento # 11.

LAS ALAMBRADAS (20 de agosto de 1994—1 de mayo de 1995)
Ajustada  a una  muñeca la manilla negra me identifica.
Ya no soy Rubén Corzo, ahora un MP (Policía Militar) me registra con un aparato  que empuña hacia mi grillete electrónico y lee:  359 639.
No es fácil después de muchos días desahuciados, llegar a un lugar que pertenece a tu país, pero que es de extranjeros, y que te reciban rangers armados como un Rambo. ¿Quiénes somos?  ¿Por qué estamos aquí?
Nos mantienen hacinados en carpas, dormimos en catres y las tendederas nos refrescan los solares de La Habana con el vapor de sardinas en latas pasadas su fecha de vencimiento.
Ha estallado una huelga por la situación del lugar.  Al principio, mucho polvo.  Después de un aguacero, el fanguero nos traga; al terminar el segundo, un diluvio nos sacude en el fondo. Los mosquitos nos joden la vida.
Hay balseros sin calzado, la indumencia es un ripio de lo que sobrevivió en la travesía.  La alimentación es pastosa (...) y un líquido lácteo (!) nos hace desabrido el paladar.  Gritamos y empujamos las cercas de púas. Lo que no hicimos en Cuba, lo duplicaremos acá.
Llegan periodistas de otro mundo.  Nos interrogan y hablamos con la mirada retorcida; pero decimos la verdad.  Nos la permiten.
Viene la calma.  Pero no puedo dormir en este lugar más extraño que en su primera vista, donde hay una pequeña Cuba: tatuados allá  (aquí algunos lo han imitado sin saber que por ello Inmigración demorará sus papeles), profesionales, obreros, niños, mujeres en cinta y ancianos.  Las mascotas han sido separadas de los dueños.
Pronto llegará la ayuda humanitaria, de ropas y alimentos.  Pero los  líderes balseros serán los custodios e impondrán leyes.  Ya veo lo que me ha tocado: short, pulóver, par de tenis.  Además de artículos de aseo personal, han repartido alimentos prensados. Las cajitas carmelitas, de carnero; las verdes, de pescado, etc.
Casi para leer tenemos el periódico ¿Qué pasa?, a dos columnas: en inglés y en español.  Mas nos tienen informados y desactualizados.  Son noticias de mejorías de campamentos, breves referencias de estados de la Unión Americana, tiras cómicas, listas de los que van a U.S.A.  Más tarde comenzará  la correspondencia entre La Habana-Miami-Guantánamo Bay.
Me siento  alegre al ver mi apellido en el periódico;  pero ha salido de la Base.  Esa persona ya no me podrá ayudar.
Camino hacia un lado, y vuelvo al mismo lugar. Hablo por dentro.   Con este short no puedo desplazarme y   observo en una carpa que la gente escoge a su antojo  algunas prendas de vestir.   Me abalanzo.  Estoy en una zona vedada.  Esto me ajusta demasiado.  Cuando me pruebo el primer short, unos  MP nos ven.   Muchos corren, y tarde me doy cuenta que todo es ajeno a mí.  Me empuja uno de ellos, y le devuelvo el empujón.  La reacción de aquél es fijarse en mi rostro.   Llegan otros MP y me doy a la fuga. Hasta que en el conteo físico de las seis de la mañana, al otro día, me detienen. Mi inglés es de escuela de idioma, ya lo dije antes, y con ese vocabulario no me defendí  para convencerlos de la estrechez del short.  Me castigan de miradas, y me obligan a confinarme en Rayos X o Campo Loco.
Por la primera ocasión no me deportan. Conmigo andan los no elegibles.  Están tatuados y varios son convictos.  Dudo de mi vida y le ruego a Jesucristo que me alce y me traslade de esa pocilga social.
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No puedo más.   Otros tienen gasolina para rato. Yo ando a empujones.  Las huelgas han cesado.  Entonces la paz de las  religiones ha encontrado lugar en las  desgracias.  Se hacen más visibles las agencias voluntarias de católicos y protestantes.
Vuelven las agitaciones.  Reparten un cigarro por balsero.  Cedo el mío a  un amigo, pero hay violencia por ese vicio porque es la droga del aislamiento.  Permite simular la desesperanza.
Continúo andando en mi mente.  Digo esto porque estoy sentado en el “pájaro” que  me llevará hasta Miami.  Doblo a la izquierda de mi carpa, y a unos sesenta metros están los baños plásticos.  Unas balseras son la inspiración de los hombres que hacen cola por un turno de varios minutos.  No saben que existen los condones y ellas sólo exigen: cigarros, una prenda de vestir o alimentos.
Qué cansancio.  La única posibilidad de viajar  a EE.UU. es mediante  Parol Humanitario.  Sólo a los niños y a mujeres embarazadas. Para los hombres hay empleo en labores de reparaciones pequeñas de mala paga.
Olvidé que otra vía de salir son las  planillas de terceros países, a España y Venezuela. Al unísono recuerdo la partida de miles de balseros hacia el Canal de Panamá, y a su vez me entero de las revueltas allá.  Después de aquellos sucesos no se me olvida que, en la Operación Traslado Seguro, hacia Guantánamo Bay, los confinaron en un campamento y le propinaron tremenda paliza tanto a justos como a pecadores.
De Panamá acoto una anécdota de un marine con el cráneo ensangrentado: “¡Piedra sí, mierda no!”, gritaba.  Hasta éso tiraron.  Hubo balseros que se vistieron de marine y manejaron motos  de cuatro ruedas con las cuales envestían a ese ejército en su mayoría de latinos.
Así es la vida.  Esos balseros estaban en mejores condiciones que nosotros y, sin embargo, exigían con violencia.  Por ello algunos fueron devueltos a Cuba, unos pocos murieron ahogados al cruzar la corriente del agua canalera o ser víctimas de la zona selvática o por falta de alimentos, y otros terceros pagaron con la ayuda de los familiares, desde diez  hasta veinte mil dólares, para llegar a EE.UU.
El final de esta historia frustrada, como en alta mar, fue la negativa del Gobierno de Panamá, junto con Washington, respecto a la permanencia de aquel estrato de balseros.  El caso cubano es una división por cero.
Terminamos 1994 con una comida navideña: arroz, pollo, dulces, sólo una cerveza por balsero, y golosinas.

Una fuerza espiritual me somete a una memoria fotográfica de mis cartas y comienzo a leer:
12 de enero.
» Tengo un radio, veo televisión con mucho trabajo.  Guardo mis pertenencias  en una mesa  desarmable, de cuatro gavetas. No tengo espejo. No sé qué será de los balseros merenguitos que han regresado, cómo los tratarán en Cuba.  No se preocupen por mí. Enviaré casetes y manuales de inglés. Ya sé redactar oraciones.  Voy a  la iglesia. No ando en juntaderas.  Hago ejercicios y corro.  Juego ajedrez.   La ansiedad de salir es lo que me tiene desesperado. Sé que llegaré.
» No les he dicho que están llegando cartas de Cuba-Base Naval, que pasan por Miami primero. Tengo una foto para ustedes  de septiembre del 94 que mandaré.  Aquí hacen procesos migratorios a niños, pero es lento.  Inmigración trabaja rápido cuando hay intereses. ¿Sabes una cosa?, me he encontrado con varios amigos del barrio.  Pero no puedo olvidar a Martha,  de cuando jugábamos en la playa y me ayudaba a construir los castillos de arenas. Pienso que me hace mucha falta.  Allá no pienso volver porque no hay futuro ni libertad. Lamento que Arturo (mi hermano) no se haya tirado en balsa. R cu do que  la v d  tie ...
16 de enero.
»Un balsero profesor nos imparte clases de inglés de dos a cuatro de la tarde. No trabajo en nada.  Mi objetivo es llegar a U.S.A.  Aquí  pagan una miseria y a ésos les llaman balseros económicos.  Peso 140 libras, no es que coma mucho, sino  la cantidad de dulces y refrescos me engordan.  Si alguno de mis hermanos  y amistades quieren tirarse, recuerden que Cayo Sal es el punto ideal para llegar. Las ca t s pue en...
17 de enero.
»Desde mi injusta prisión te escribo nuevamente, querida madrecita, preocupado y abatido en gran manera, pues no  sé quién es más  malo, si Castro o las leyes de EE.UU.  No sabía lo que era un campo de concentración para refugiados.  Me siento prisionero y sin derecho de defensa.  Algún día, cercano o lejano, se abrirán estas cercas con sabor a sangre, entonces buscaré la libertad que añoro por otro rumbo diferente.  Mi horizonte está cubierto de montañas y alambradas.  Nunca olvidaré las caricias que me hacías cuando me despertabas para llevarme a la escuela.  En cuanto a Martha, seguro se casará con otro, pero dile que no me olvide.
31 de enero.
»No me arrepiento de lo que hice y tampoco me va mal.  El Nuevo Herald de Miami publicó el 29 de enero que las noticias del día 27 son falsas, no viajaremos todavía. “Sólo los casos de ayuda humanitaria viajarán.” Fue una burla bastante cruel. No sé si lo hicieron con  el objetivo de formar otro éxodo. Pero yo no quiero un parole que atente contra mi vida. Aquí han comenzado a tomar champú para que les provoque asma o una reacción secundaria y le otorguen visa. Yo no lo haré. Vien   c n   sínt mas...
»Un cubano de Caimanera cruzó a nado la Bahía hasta el aeropuerto y llegó cerca de los campamentos. Escucho por el radio que 18 balseros  llegaron a la Florida.   Leo libros cristianos.  Ah, saldré por un amigo como hermano de crianza, pero averigüé que es homosexual.  Tiene amistades de alto rango que le resuelven.
2 de febrero.
»Siento tristeza porque nadie me escribe.  Los martes llegan cartas para todos menos para mí.  Francamente, abuelo, este lugar es horrible y no me habitúo al ambiente, con fe y paciencia saldré de aquí.  Hay cosas que no comprendo de mis parientes de U.S.A. y no entenderé jamás, pero  sé que sus sentimientos con los que quedan en Cuba son buenos; mas también sé que el afán hace olvidar.  Estaré solo adondequiera que vaya.  Si por casualidad abres esta carta, no la mandes para Cuba. Esp ro no  se ent r n  de mi...

¿Lo sabrán mis padres? No sé si la leyeron.  De todas formas algún día se enterarán.
5 de febrero.
»Ya en el día de hoy me siento más tranquilo, pues yo sé que tú harás por mí, Abuelo,  es  muy difícil para mí esta situación, esto es una prisión  en la cual los nervios se alteran porque hay todo tipo de personas, y a veces quisiera salir rápido.  Gracias a Dios yo hallo consuelo en la Biblia. Cada día fortalece mi carácter, y me ayuda como me ayudó a sobrevivir en el mar. Allí supe que existía un Dios. Te pido que atiendas cuando llame mi tía, pues ella se  preocupa igualmente de mí  y le entregues cada carta.  El Norte es nuestro hermano. Por es  l s  balse...

6 de febrero.
»Cincuenta valientes hijos de Norteamérica dieron sus vidas por la causa del pueblo cubano.  Habían venido en una secreta  expedición.  El dictador, General Concha, ordenó su inmediato fusilamiento.  Fueron llevados al paredón del Castillo de Atarés un 16 de agosto de 1851, el primero de ellos era el coronel William Logan Critteden.  “Fueron aliados incondicionales”.
»Ahora les voy a transcribir un artículo del periódico que tenemos:
En Cuba, durante la época republicana, hasta el triunfo de la destruida “revolución”, el pueblo denominaba el periodo presidencial a partir del nombre del presidente, al mencionarse, se sobreentendía, a fuerza de haberse vivido o sobrevivido su calidad.  Así, cuando se decía el machadato, era sinónimo de penuria extrema.  Hoy, en el fidelato, se rebuscan nombres que despersonifiquen tanto despotismo, miserias, arbitrariedades, etc.  A esto se le dice “periodo especial”; yo le digo fidelato.
»Bueno, queridos amigos, una noticia  me consuela, las Avispas Marinas, una brigada de construcciones rápidas, va a construir 1950 casas de maderas con demás comodidades.  Me parece que pasaré otro cumpleaños aquí, eso es si no me embullo y lleno una planilla de terceros países; pero sólo escogería a Canadá.

Vuelvo a recordar lo del 27 de enero. Jamás lo olvidaré.

»En la noche de ayer se oyeron muchas informaciones acerca de los balseros de Panamá y Guantánamo Bay respecto a que éramos autorizados a entrar en EE.UU.   Fue para nosotros de gran alegría.  Más tarde se oyó en  Radio Mambí que no era cierto.  Casi vomito de la cólera que cogí, y en la mañana de hoy vuelven a decir las mismas noticias. Hab  án   m nos  en toda ...
8 de febrero.
»En la tarde de antier hubo un robo de tenis en el almacén de nuestro campamento, este lo controlan los mismos cubanos, pues los americanos no tienen acceso, y el jefe de campamento lo averiguó todo y fue a reclamar él solo, y le partieron la cabeza con un  tubo de aluminio que es lo que se usa para estas ocasiones.  Otro caso igual ocurrió hace una semana y media, y al chivato le cortaron el cuello con un cuchillo de fleje.    A los ladrones que cogen, si los agarran, los mandan para el campamento Loco.  Bueno, aquí todo es normal, para qué quieres que te siga contando.  Esto es  un campo de concentración donde todo es posible.
»En un baño plástico fue sorprendido un agente del G-2 que transmitía por un reloj y le cayeron a golpes para que hablara.  No he hecho amigos ni haré, todos están en diferentes planos, pero en nadie confío, sólo los pocos dólares que lucho me hacen valer.
»Del turno del médico que era el quinto, sólo entraron cuatro, y me quedé de primero para la una y media de la tarde a ver qué me dice de la neumotórax, la faringitis, y también la peritonitis.  En otra carta te diré si me  dieron el Medical Parole. Quier  me  en ien  un s  cuán...
9 de febrero.
»Resulta que en la lista de los ¿Qué Pasa? he leído mi primer apellido, ¿serán familia de Raidel? Pues parece que los perdí otra vez.  Ya se han retirado por la frontera de setecientos a ochocientos balseros, de ellos hay trescientos veinte que vinieron de Panamá.  El general Ayres dijo  que se analizará el caso de los que no puedan salir por parole, para que se unan  a la Army o Marine, y así puedan entrar a EE.UU. De entrada te digo que muchos balseros hacen ejercicios para que los acepten. Yo, ni hablar. El nuevo Jeje Brigadier General John J. Joe Allen, sustituye al anterior J.B.G. Agres.
»Hermano, cuando vayas a Centro Habana, saludas a Martha de mi parte, y le dices: “Cuánto  me gustaban tus  saludos”, le haces una seña con el ojo o algún gesto indiscreto.
»Los balseros por tal de salir  se intentan matar.  Un mulato se dejó caer del techo de la cabaña para fracturarse las caderas, otro tomó detergente para  que le produjera asma, un tercero se hizo una herida pequeña en la canilla, penetró en el hueso con una cuchilla y está en una silla de ruedas.  Todos los casos fueron de un día, y todos los días es lo mismo, como 20 casos diarios, de ellos sólo dos o tres estaban enfermos.  Yo no voy a atentar contra mi vida, créanme. Cl ro, voy a  int nt r   lleg...
16 de febrero.
» Aquí de madrugada hace frío 3 ó 4 horas.  Anoche soñé que había regresado a Cuba, pero fue un sueño, pues no pienso hacerlo nunca, y por primera vez sueño con ustedes, ya que mi mente está muy tensa y sólo pienso cómo salir de esta... Nos mueven a su antojo  como piezas de ajedrez.  CONTINUARÁ...

Nota: Este es uno de los cuentos que más alegrías me ha traído, casi no tiene detractores. Aparece en la compilación de cuentos Giros del deseo: cuentos negros. Espero les guste. Puede leer completamente en CreateSpace y en Amazón. Que disfruten de su lectura.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Aunque tardíamente le respondo, me agrada que al menos a alguien le motivó un comentario. Este blog estuvo varios años cerrados, como 4, por ello tal vez no vi este comentario y algunos más que he ¨descubierto¨. Saludos.

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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.