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No recuerda quién es. Del día...
No recuerda quién es. Del día
las horas se apilan
como maderas húmedas
en un depósito oscuro e ignoto.
Del ave perduran sólo el espolón,
una tibia. Del cincel,
el desleído eco, lo fijo e inefable.
No recuerda si ayer
ardió el carbón, si el aire
registró una mínima oscilación,
si la aguja se movió
un poco más allá del cieno,
el artificio. ¿Qué
pudo engendrar la noche de anoche,
papel de seda contra el metal inmutable?
¿Qué pudo traer el alba,
siquiera un reflejo,
un fermento, un perfil a contraluz?
Se esfumaron, de repente,
ante sus ojos, el diseño,
las caras, los lugares vistos
y entrevistos, la huella hacia el número,
el puerto, el giro de la peonza,
la espera por el rayo, el metrónomo.
¿Habrá perdón, hoja de limón
o cerezo al borde de la cama,
en el futuro, improbable despertar?
¿Por qué el despojo,
el clavo en el alma del péndulo,
la súbita elevación
de lo que carece de porvenir, de oficio?
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.