De esta casa no podremos salir, dice el que lleva boina y fuma tabaco y habla con voz ronca y anda por toda la casa con el fusil a cuestas. Los demás lo miramos y no decimos nada. Hemos aprendido a ser cobardes. No fue algo sucedió de la noche a la mañana sino que más bien nos tomó años, pero ya finalmente hemos aprendido a obedecer y acatar las órdenes del señor de la boina que escupe sin cesar y mira a través de la ventana en espera de un enemigo que nunca llega. A veces nos preguntamos si el enemigo no estará dentro, si no seremos nosotros mismos. Ayer, mientras dormíamos, escuchamos un ruido. Nos despertamos asustados. Nos acercamos a la ventana para ver qué sucedía afuera. Vimos unas luces y unas gentes que bailaban en la calle. El de la boina nos dijo que nos alejáramos de la ventana, que era peligroso. Nosotros no entendimos muy bien qué había de peligroso en esa escena. Más bien parecían estar felices. Pero, como siempre, acatamos la orden y nos fuimos a dormir. Ese día todos soñamos que salíamos a la calle a bailar, que tirábamos fuegos artificiales y que hacíamos tanto ruido que nos quedábamos sordos. El de la boina nos gritaba algo que no entendíamos. No fue hasta que recibimos el impacto de las balas y empezamos a sangrar que entendimos los que nos intentaba decir.
"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges
24 de abril de 2011
De esta casa no podremos salir,(minicuento) de Ernesto G.
De esta casa no podremos salir, dice el que lleva boina y fuma tabaco y habla con voz ronca y anda por toda la casa con el fusil a cuestas. Los demás lo miramos y no decimos nada. Hemos aprendido a ser cobardes. No fue algo sucedió de la noche a la mañana sino que más bien nos tomó años, pero ya finalmente hemos aprendido a obedecer y acatar las órdenes del señor de la boina que escupe sin cesar y mira a través de la ventana en espera de un enemigo que nunca llega. A veces nos preguntamos si el enemigo no estará dentro, si no seremos nosotros mismos. Ayer, mientras dormíamos, escuchamos un ruido. Nos despertamos asustados. Nos acercamos a la ventana para ver qué sucedía afuera. Vimos unas luces y unas gentes que bailaban en la calle. El de la boina nos dijo que nos alejáramos de la ventana, que era peligroso. Nosotros no entendimos muy bien qué había de peligroso en esa escena. Más bien parecían estar felices. Pero, como siempre, acatamos la orden y nos fuimos a dormir. Ese día todos soñamos que salíamos a la calle a bailar, que tirábamos fuegos artificiales y que hacíamos tanto ruido que nos quedábamos sordos. El de la boina nos gritaba algo que no entendíamos. No fue hasta que recibimos el impacto de las balas y empezamos a sangrar que entendimos los que nos intentaba decir.
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.