Autor: Tony Pichs
Para que las palabras hablen,
hay que dejarlas libres, desenterrándolas de sus enamoramientos y para
que el aceite les de brillo, hay que bañarlas como a las rosas y cuando
crezcan, regalarlas a la más hermosa.
Deja que vayan adelante como luces por el mundo, que corran como
criaturas del sol y de los crepúsculos, deja que se confundan por el
rapto intrépido de un beso, pero no dejes que se ahoguen en los
balcones de sangre de una sonrisa que engaña.
A las palabras hay que darles su descanso bajo los árboles que
enriquecen tus glorias y donde tu voz en el silencio entretenidas
quedan.
Para poder mirar con el corazón hay que quitar los obstáculos, hay que
correr las paredes que nos estorban y para no estar ciegos, hay que
recordar los caminos vividos.
Llevar la sangre herida es para sentir que vives; curarlas, es para
seguir viviendo; pero recuerda dejar tus palabras libres porque sin
ellas, no se oirán los cantos.
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.