"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges


3 de abril de 2011

Y me encontré en Buenos Aires



Por Pedro Merino

DESDE que calló en mis manos Perdido en Buenos Aires, Premio de Novela Vargas Llosa 2009, no solo quedé imantado a su lectura, sino  varios lectores, que como yo, seguimos la historia que escribió Antonio Alvarez Gil, su autor, hasta el punto final de la gesta.
El premio que organiza la Universidad de Murcia, en España, no especifica la extensión o la cantidad de cuartillas de la obra a concursar.  No obstante, trescientas sesenta y siete páginas de Perdido... fue un fluido tiempo que transcurrió casi sin interrupciones.


La historia versa sobre el Campionato  Mundial de Ajedrez  organizado en Buenos Aires, Argentina, en 1927, donde Capablanca defendió su título de campeón. El discurso es narrado en tercera persona, del pasado. Hay cortes y saltos hacia una segunda persona, en presente, muy bien lograda, que embulla al lector y lo mete más aún en terceras historias.
El autor hace convite de una pulida técnica narrativa. Se vale de las mudas o cambios de narradores. Sus diálogos, naturales y significativos, encajan en la psicología del personaje, en su mundo interior, y deja, a través de la elipsis o la lectura entre líneas, que el lector se las arregle en su interpretación. Un narrador suprasciente o en segunda persona enriquece los diálogos, encarna el acento argentino como si fuera un coterráneo. “Es el ajedrez  el que es mundialmente conocido gracias a vos”.
El amor como segundas o terceras historias ameniza las partidas de ajedrez. Un breve plumazo a la situación político-económica  __los bajos precios del azúcar comparados con el mercado de la carne de rés__ escapa de la parrafada política de la época. El autor sabe que no hace falta, y se rogodea entre el ajedrez, la farándula, y el amor.
Pudiera ser ésta, una novela biográfica sobre Capablanca, aunque el autor lo niegue. Y es que explora el mundillo interior del único ajedrecista hispano que más alto llegó. Su ego y sus sueños, pueden respirarse. “Aprendí a jugar al ajedrez antes que a leer”... “sólo estudio ajedrez cuando juego una partida”.
Sin dudas, Alvarez Gil se adueña de esa historia, plasmada en una novela histórica que embolsa en su résumé. Hace que el lector no se pierda y que se encuentre en Buenos Aires.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, Pedro. Por supuesto que me ha gustado mucho tu reseña, muy generosa para con mi novela. Me alegra ver que has captado el espíritu de la historia, que la acción te ha atrapado y que has podido ver la vida de aquellos días en Buenos Aires, y al Capa perdido en la bohemia de la ciudad porteña. Por venir de un narrador como tú, tu opinión resulta doblemente importante. Gracias de nuevo y un abrazo desde Estocolmo.

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  2. "Un breve plumazo a la situación político-económica __los bajos precios del azúcar comparados con el mercado de la carne de rés__ escapa de la parrafada política de la época."

    Genial por Tony Alvarez Gil

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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.