CHAVELA MIA
-I-
Por surcos de hiedra náhuatl tu herencia espolvoreas;
voz quebrada como granada en fragmentación,
Me regalas guitarra y de tequila el trago.
Cantemos a Luna de altiplano al son de coyotes;
bailan sus pelajes de cepillo sobre la tierra elotera.
Mezcal y tamales enchilan nuestros ojos,
ojos paridores de bruma, arman algazaras con tinieblas.
Yolanda y Eunice nunca olvidaron aquella noche.
Aldea con bríos de capital: charros destapados en el viejo “Balmoral”.
Mujeres levitan como cometas, sahumerios en hedores de suicidio.
¡Qué larga procesión del desamor!
Quizás Frida, eterna cavidad de angustias
te pinceló con entraña la mueca:
espectro protector de Coyoacán
-II-
Ave agorera, rasposa, viste tantas membranas;
rasguemos venas de indio y español.
Te vengo soñando como guerrera de Aztlán,
acrisolas sonrisas a golpes de obsiadana
Petrificas savia que chorrea palpitando.
-III-
“Ponme la mano aquí, Macorina”
Ay, mi Habana de arrabal, china y mulata en su solar.
Ay, cantinas parloteras con vahos de cabaret.
Ay, mujeres perseguidas.
Ay, Safos depredantes en la americana cintura.
Ay, venganza del alcohol.
Ay, del tabaco arrollador.
-IV-
México prohija si somos almas a destiempo.
Esperamos comer con las cuerdas congeladas.
En ese túnel hurtamos al zarape esqueletos.
No valen homenajes, si el llanto hiede a ponzoñas:
acetatos que vomitan siseos cual moho silencioso.
Fresco y mural que carganos nonagenario escozor
¡Cuántos zopilotes de alas azuladas!
¿Vale fama la ovación?
¡Ay, “Movida encuerada”, tras franquista noche larga!
¡Ay , París que se agiganta para escucharnos temblor!
-V-
No somos de Babilonia, ni santos,
sino ofidios del sudor que amamantan.
Salta del celuloide, digitalizada, voz de eternidad.
¡Gracias, Sabina! ¡Gracias Almodóvar! ¡Gracias Anáhuac!
Nada ya espanta en este desdoblaje del guión.
Eres tú, Chavela mía, irredenta compañera
que perdona pecados, no ministras confesión.
¡Desfloremos el telón!
© Eduardo Vladímir Fernández, agosto de 2012
-I-
Por surcos de hiedra náhuatl tu herencia espolvoreas;
voz quebrada como granada en fragmentación,
Me regalas guitarra y de tequila el trago.
Cantemos a Luna de altiplano al son de coyotes;
bailan sus pelajes de cepillo sobre la tierra elotera.
Mezcal y tamales enchilan nuestros ojos,
ojos paridores de bruma, arman algazaras con tinieblas.
Yolanda y Eunice nunca olvidaron aquella noche.
Aldea con bríos de capital: charros destapados en el viejo “Balmoral”.
Mujeres levitan como cometas, sahumerios en hedores de suicidio.
¡Qué larga procesión del desamor!
Quizás Frida, eterna cavidad de angustias
te pinceló con entraña la mueca:
espectro protector de Coyoacán
-II-
Ave agorera, rasposa, viste tantas membranas;
rasguemos venas de indio y español.
Te vengo soñando como guerrera de Aztlán,
acrisolas sonrisas a golpes de obsiadana
Petrificas savia que chorrea palpitando.
-III-
“Ponme la mano aquí, Macorina”
Ay, mi Habana de arrabal, china y mulata en su solar.
Ay, cantinas parloteras con vahos de cabaret.
Ay, mujeres perseguidas.
Ay, Safos depredantes en la americana cintura.
Ay, venganza del alcohol.
Ay, del tabaco arrollador.
-IV-
México prohija si somos almas a destiempo.
Esperamos comer con las cuerdas congeladas.
En ese túnel hurtamos al zarape esqueletos.
No valen homenajes, si el llanto hiede a ponzoñas:
acetatos que vomitan siseos cual moho silencioso.
Fresco y mural que carganos nonagenario escozor
¡Cuántos zopilotes de alas azuladas!
¿Vale fama la ovación?
¡Ay, “Movida encuerada”, tras franquista noche larga!
¡Ay , París que se agiganta para escucharnos temblor!
-V-
No somos de Babilonia, ni santos,
sino ofidios del sudor que amamantan.
Salta del celuloide, digitalizada, voz de eternidad.
¡Gracias, Sabina! ¡Gracias Almodóvar! ¡Gracias Anáhuac!
Nada ya espanta en este desdoblaje del guión.
Eres tú, Chavela mía, irredenta compañera
que perdona pecados, no ministras confesión.
¡Desfloremos el telón!
© Eduardo Vladímir Fernández, agosto de 2012
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.