VENGO A MASTERIZAR TU VOZ
Vengo a masterizar tu voz
sobre este lienzo de plasma
que me acaricia la memoria.
Dejaré en cámara de ecos
las más dulces oraciones,
donde el timbre de cristal
teje infinitas resonancias
oxigenando el alma con ondas
ondas como plumas de color,
que entornan los ojos
y hacen cosquillas al ser
con sus caldeados arpegios,
asemejando una nana
algo pasada de moda
para un cincuentenario.
Vengo a masterizar tu voz
usando el lado suave
de la tecnología digital.
Conservaré el sonido avitralado
que meció estanque con frescor
como espejo de agua al levitar,
al momento de susurrarnos credo
en son de contracorriente,
fuera de espuria propiedad intelectual,
cuando fundimos las palabras
en tejido corporal de lumbres
y las ensayamos en todos los acentos
en cada rizo de la espiral
de conjugación impoluta
del verbo “amar”.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, octubre de 2012
Vengo a masterizar tu voz
sobre este lienzo de plasma
que me acaricia la memoria.
Dejaré en cámara de ecos
las más dulces oraciones,
donde el timbre de cristal
teje infinitas resonancias
oxigenando el alma con ondas
ondas como plumas de color,
que entornan los ojos
y hacen cosquillas al ser
con sus caldeados arpegios,
asemejando una nana
algo pasada de moda
para un cincuentenario.
Vengo a masterizar tu voz
usando el lado suave
de la tecnología digital.
Conservaré el sonido avitralado
que meció estanque con frescor
como espejo de agua al levitar,
al momento de susurrarnos credo
en son de contracorriente,
fuera de espuria propiedad intelectual,
cuando fundimos las palabras
en tejido corporal de lumbres
y las ensayamos en todos los acentos
en cada rizo de la espiral
de conjugación impoluta
del verbo “amar”.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, octubre de 2012
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.