CARTA DIRIGIDA A MÍ MISMO
A todas las esencias de mí mismo
escribo esta carta
para que me guíen en mis dudas
y fortalezca mi ánimo
para que enciendan en mí un fuego
que ahuyente la zozobra
que me ocasiona las sombras
frías y mórbidas del tedio
para que me prevengan de los falsos
orgullos senos fieles que amamantan
la hija mayor de los pecados: la envidia
para que den luz a mis sentimientos
y templanza a mis sentidos
ante serpenteante amenaza
que nos acecha sin descanso: la hipocresía
para que me guarden de seres enanos
llenos de complejos y resentimientos
que no dudan en aplicar en su provecho
para que aparten de mi corazón
la más dolorosa y cruel de las heridas:
la insensible indiferencia
hacia todo amor
para que mi vida
se complazca en el espíritu de la belleza
que satisface a sus hijas que ahítas de ella
contemplan el mundo
esta realidad llena de escarnio
displicente desamor y amarga retórica
pero sobre todo lleno de integridad
armonía, luminosidad y amor.
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.