SUSTANCIA DEL VERBO QUE TE ACUNA SUEÑOS
Te digo compañera
porque no eres costilla,
ni servidora
ni pelliza maternal,
sino alma que arranca el pan
como loba con camada
a las heladas piedras
del sesgo de nuestro tiempo.
Te admiro,
no por la belleza que me inmola
ni la voz que me recorre
los deseos como aguijón epidural,
hasta la postrera cavidad
donde la memoria masteriza
sus partituras confidenciales.
Sí, te aquilato en romana inmaterial
porque puedes doblar el penacho
ante el torbellino que descuaja
para salvar el nido
sin poses plañideras.
Porque tiene que ser así,
sin pestañitas postizas,
ni desfallecimientos fingidos.
Degusto de tu franqueza
como del postre maduro
que enerva mi espuela
y me posa en caída libre
dentro del dulce canal
de tu puerto,
donde sueño dormitar,
en la eternidad del momento,
hasta que la muerte
o el Alzheimer
nos defenestre.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 18 de febrero de 2013
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.