"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges


20 de mayo de 2013

Jean Genet, ¿el enemigo declarado?, de Eduardo Nabal Aragón



JEAN GENET ¿EL ENEMIGO DECLARADO?

La editorial “Errata Naturae” en su impagable (en todos los sentidos de la palabra) colección “La muchacha de dos cabezas” ha publicado una voluminosa colección de artículos, entrevistas y ensayos de un “escritor maldito” donde los haya: Jean Genet. Sorprende la vigencia de los temas que aborda en El enemigo declarado,  aunque hoy pueda parecernos algo trasnochado ligar la homosexualidad a  las cuestiones de marginación social que vivió el escritor francés en su infancia y juventud. Plena vigencia tiene, no obstante, su lucha del  lado del pueblo palestino, su compromiso con los Panteras Negras durante los años setenta  y  con el antifascismo  -aunque se deja en el tintero la homofobia de la izquierda tradicional- y el libro toca tal vez demasiados aspectos sin profundizar lo suficiente casi ninguno. Entre sus interlocutores los también escritores Hubert Fitchte (Hotel Garni) y Nigel Williams, la prensa del momento  y los artículos de novelistas  Tahar Ben Jelloun, oriundo de Marruecos,  lugar donde se encuentra la tumba del autor de Las criadas y  Pompas fúnebres. Rescatado de la cárcel por personalidades de la cultura como Cocteau y Sartre, Genet, como de otra manera Foucault y otras voces de la disidencia sociopolítica, se  muestra algo sentencioso, cínico y cortante en sus respuestas, lo que pone de relieve su “sangre francesa” y su gusto por lo iconoclasta.
 Los “crímenes” de Genet pueden parecernos hoy chiquilladas al lado de los desfalcos de los políticos europeos de entonces y de hoy, pero su exaltación del “mal”, su gráfica descripción de lo erótico y lo sangriento, su negativa al encasillamiento, su individualismo   y su tenaz rechazo de las  normas sociales le valieron una fama que ha oscurecido y, en ocasiones, exagerado su innegable talento como escritor. Escritor  también de teatro y realizador de cine (Un chant d’ amour – realizada mano a mano con Cocteau- atrevido,  sensual  y,  durante mucho tiempo, clandestino  cortometraje  ambientado en una  prisión militar ) algunas de sus novelas han sido llevadas al cine como El balcón de Joseph Strick o, sobre todo,  Querelle (de la mano de R. W. Fassbinder y a mayor gloria de la belleza de Brad Davis y el glamour de Jeanne Moreau) y otras son considerados clásicos de la literatura universal como Santa María de las Flores o El Milagro de la Rosa  donde mezcla lo autobiográfico con lo poético y lo “bizarro”,  y nos muestra que la figura del travestí, el  “cruising”, la “herejía”  o el “amor intergeneracional”  no son figuras exclusivas de ningún tiempo, de ninguna cultura  ni de ningún lugar.

Su paso por España queda reflejado en la maravillosa  Diario de un ladrón, al igual que deja testimonio de su paso por los campos de  refugiados palestinos en Un cautivo enamorado bajo la forma de diarios personales y palimpsesto de un mundo devastado por el militarismo y la prepotencia. Un autor siempre vigente -y de inalcanzable influencia posterior-  al que la forzada  mitificación y tendencia a la provocación  no le han  sentado demasiado bien, pero un literato siempre aprovechable para hablar de las intersecciones entre las diferentes formas de discriminación y opresión sociales  y la disidencia sexual.
El que hoy en institutos y universidades solo se lo conozca como el autor de Las criadas o El balcón  nos recuerda la urgencia de recuperar su figura pública y su compleja y controvertida dimensión  literaria.

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