A MI COMPAÑERA, LA LLUVIA
Espero que un día acicales mi esqueleto
y difumines el exceso de esta atmósfera
que te pulveriza en gotas sobre la cuesta,
que hagas brotar sobre mi cama de cieno
un vergel de siemprevivas libres de abrojos.
Será tributo tintineante al paso de los años
que han resbalado como cántaros de exilio,
desde tus cabellos de plomo como lágrimas,
como las lágrimas atronadoramente silentes
que no he de arrancar del cerco de mis ojos,
como los sonidos agudos del aire bronquial
que emiten los moribundos en su hipoxia,
como los acentos nuevos ya desvanecidos
con que nos coronó el limbo de la ausencia.
En fin, como signos de soledad en multitud
que nos encandilan los muros de tinieblas.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández,18 de septiembre de 2012
CERTEZAS ALBAS
Hoy desperté pensando cómo imantas
el deseo de arroparnos
en una larga noche
sin quejidos,
en ese espacio estanco
que le robamos
al mar de servidores
para enmarañar
complicidades.
Supe que vamos en peregrinaje de luz
a la vera de la cordillera
y que hablamos del amor
frente al fuego
y que soy tu apoyo
con mi extensa osamenta
como puntal de acero
y que eres la linterna,
que me abre el pecho
hacia la lumbre
que acaricia
sin narcotizar.
Me inundó la certeza.
certeza de ángel
en su visitación alba,
que el abrazo
ya crece en la distancia
como un abedul que espiga
con pura y brillante corteza,
dibujado en su blancura desnuda,
con tiernas pinceladas
de comunión.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, octubre de 2012
DE ÍNSULAS
, VOLCANES
Y QUIJOTADAS
(Dedicado al amigo de condición universal y origen caribeño, Carlos Juan Méndez Polanco, Barcelona, Cataluña)
Digo, porque si no implosiono
como exoesqueleto de insecto
carcomido por el tiempo,
que me he amulatado
para blindar genoma,
pendón peregrinante
que auxilie aletear
hasta el muro final
de todos los caminos.
No soy negro,
ni blanco,
ni indio,
sino presente adventicio
como liana de selva
que exterminó sus lágrimas.
Muy probable es que sea humano,
no en la garra del rapaz,
sino en las alas sin fin
del albatros.
Hay un deseo insomne
de rasurar los mares,
como islote que conecta
con todas las metástasis
del verbo "amar".
Sí,
soy un peñasco en medio
de la maraña de redes
donde se arremolinan
todos los husos horarios,
un microcosmos mestizo,
un aposento de almas,
"belvedere" de esta cordillera
en que suspiran volcanes.
Conozco de las estepas
tan luengas como mil mares,
de las nevadas que abrigan
deformes sabanas polares
y de acentos silibantes
y de ríos como espirales.
También viajé medio mundo
encima de un cascarón
y nunca fue más bello el día,
sino al dormirse el Sol.
Pero la Isla-crisol-rutilante
donde fundieron nuevo mundo,
me regaló las simientes
y me arrojó a lo profundo.
Esa tierra de penachos
de verdores encendidos
me mestizó los pasos
y me esputó al abismo.
Aunque sea roca solitaria
en medio de infinito estanque,
los volcanes me calientan
vida y ensoñaciones,
me mutaron los sonidos
de algunos dichos mozárabes,
me han pintado lengua de indio,
me han regalado visiones
de ciego desbrujulado,
que no ha sabido empollar
y que hoy busca hogares
muy allende de esta mar.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 19 de febrero de 2013
lustración: "La Jungla", Wilfredo Lam, MoMA, Nueva York
LA CICATRIZ DE SÓCRATES
¿Por qué, Señor,
cuando debería destilarme
en la savia de tus árboles,
a tantos años luz de mi muerte,
he de volver a apurar la cicuta?
Ya se deshilachó la manta de los efebos
y no hay piedra desconocida a mis plantas.
Tras de mí no queda
ni la memoria del viento
ni el efluvio de la magia
ni el beso de los tiempos
ni el calor de las hogazas,
ni sangre,
huesos,
voces,
nada.
En este lago enmarañado de los besos,
de los virtuales besos,
casi como caverna
busco lumbre
almohada,
su mano cálida,
su cabellera,
su envoltura tersa,
su acento antiguo
y su frontera:
una poca de amor
y mucha de alma.
¿Por qué me has resucitado
cuando creía ser feliz
en esta jaula,
encadenado en mi jaula
en mi jaula de hojalata?
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, enero de 2013
ME DUELE LA VIRTUALIDAD
¿Por qué he de tragarme
esta espina emponzoñada,
si hoy no quiero
no estoy de sonrisas
ni los modales me adornan
las suturas viejas de la piel?
Hace tres días fenecieron los tiempos
y a los sobrevivientes,
que somos todos,
se nos olvidó el peso de la daga de Damocles,
volvimos al sopor:
¡Acaba de renacer la Cristiandad!
Hoy hay sol
y las redes rebosan buenos augurios;
las tiendas rematan sus mendrugos
"made in China"
mientras rostros de plasma estrenan dentadura
y quedan aún turrones
en las alacenas de los que pueden.
Ya no se obsequia al niño
una pizarra o un libro,
la pelota saltarina
ni los trajes de vikingos,
sino esa pacotilla que en inglés se dice "gadget"
y cuyo rey es como lámpara de Aladino,
aunque lumbre no nazca del aceite
y la voz del genio
robe alma de conocidos;
eso que llaman "celular",
que no renueva los tejidos
ni es burbuja de mieles de flor.
Camino con mi rostro patriarcal,
barbada faz del invidente,
tanteando las calles,
que son como campo minado
de desechos humanos sobre cartones
y tapas de alcantarillas ausentes
y manos que sobresalen barrocas,
exhibiendo muñón como letra de cambio,
laberinto de cuadros en total sinestesia
de la etapa tenebrista de Murillo.
¡Oh, Dios!
Y salpican siluetas danzantes
y carcomen ruidos discordes
y gritos como pregones (o viceversa)
y hedores enredados con sabores
de fritangas,
de perfumes espurios...
Y me duele,
profundamente latiga
artilugio bajo esternón.
Todos,
como multitud a lo Whitman
en el nuevo siglo global,
reductos demacrados
de eso que llaman humanidad.
En los rostros el rictus de los sin rostro,
la estatua viviente sobre silla de ruedas
y turistas
y madres con chiquillos que miran,
riendo con descaro del largo y flaco ciego,
metiendo sus manos frente al bastón.
Gente acuñada por troquel,
jóvenes amaestrados
felices por vivir el mejor de los mundos
y autos gritones
y policías mal pagados
y acres escapes
que asordinan
como bocanadas de marihuana.
No sé quién seré
si esta es la vida,
la "desnudi-tica" realidad.
Recurro a Kafka
para bordear el filo de la era,
Intentando regresar
a mi ermita,
por donde ya sembraron de asfalto
los caminos,
acorralando novedad...
¡Oh Dios!
No el fetiche que adoramos
en cuevitas de cartón.
¡Oh Dios!
¿Por qué desgarro
acallando el aullido
en mis cavidades corporales,
bajo cortezas y membranas?
¿Oh Dios,
si de tu soplo nació el alma
si nos has endilgado las alas,
termino en el lecho
agarrado al nexo
que me "umbilica"
con este mundo de corazones
y bienaventuranzas en código binario,
frases hechas,
confites que adormecen,
amores fugaces de "mentirillas",
seres como antifaces protectores,
este mundo de besos sin saliva
y buenas preces,
al que llamamos "virtual"?
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 26.12.02
ESPÉCULO DE LAS ANGUSTIAS
El entramado desboca conexiones neurales.
Estoy solo con visera de la memoria sobre epidermis.
Suele llover a contrapelo, a modo de cilampas que aglutinan el hueco visceral.
Confieso que perdí los hechizos.
Ya no hay derroteros en este desierto que calcina.
Sólo escombros regados por el hongo abrasador
Extiende micelios de metástasis.
Reacción en cadena
del viejo "Proyecto Manhattan"
Hago tomografía: once lustros por asaltar las estrellas.
Los odios reptan por ambas orillas.
Hieratizo el verso:
¿acaso habrá interlocución?
Voy huyendo del sonido hasta mi centro orbital.
Enmudezco.
Hiedo.
Me descompongo por milenios.
Soy fósil encapsulado.
Perdí la sed y el rencor.
© Eduardo V. Fernández Fernández, 2012
San José de Costa Rica, Centroamérica
25 de julio de 2012
DESAMPARO DEL POETA
Moribunda la presencia que se derrama
sobre este mar de nexos inmediatos
como un ebrio sujeto que alma sólo es,
pues en cambio ya vendió sus posesiones
por las últimas gotas con que saciar su sed.
El poeta,
quien no es más que un deseo fugaz,
una chispa despeinada por el viento,
ha de seguir peregrinaje en ebriedad
tras huellas que trilló hasta lontananzas,
buscando lumbre zizagueante de la fe,
y transportando cansado su osamenta.
No espera despertar muchas conciencias,
si tantas duermen entre cenizas
sobre el pesado fardo que las amortaja,
sin exigir más amor que los mendrugos
de un festín ya enmohecido,
como desnudos reos sin hogar,
como silentes ciegos sin bastón,
como excluidos de un salón de bodas,
como espurios desechos industriales
en este botadero universal.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, diciembre de 2012
DECIRES Y DESEOS
En este nicho
donde gusto desgañitar silencios
me enrosco
para verter los contenidos
que guardé
durante dos décadas nubladas
que escarbaron ser
hasta su sedimento final.
No espero compartir demandas,
ni querellas como vitriolos
ni quejidos entreabiertos
porque el dolor aunque conoce de empatías,
no conmensura sus fronteras
frente a los espejos
que nos depara el camino,
este trillo sin horizontes
donde esmerilamos el alma
como peregrinos posesos
en oficio sedicente
de exploradores,
mineros beodos de fe.
En esta cornisa resbalosa,
que sirve de pañal
o de mortaja,
guardaré en su estuche
la osamenta acristalada.
No pediré nada a cambio,
sólo una pizca de luz
tan silente como candela votiva
para ofrendar el artilugio
que mueve los hilos
bajo el esternón.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, octubre de 2012
GRUTA
Hay un antro en que refugio olores:
La matriz del microcosmos
donde cuecen arpegios
y amoratan sonrisas los posesos.
Vuelo hacia su cavidad de madrugada
para solucionar cuentas perdidas,
esferas de sano azogue
que concurren en viles silencios
a oficiar exorcismos de pelambres.
Cuando poso garras en su nieve,
tan fría que escalda y apresura,
pierdo ovillos del laberinto.
me torno minotauro
como negro cultor de ruin credo.
Sacrifico maquinal mancebos, doncellas
y rasgo la membrana de mi eterno canto.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 13 de julio de 2012
LA MAGIA DE TU SUBJETIVIDAD
(Para Esther, en Ferrol, Galicia)
Tengo el don de ver tu madrugada
desde la mar insomne de las redes
como si alcoba de vítreas paredes
me permitiese besar tu alborada.
Quiero posar labios en almohada
que sostiene tu aún lozana frente,
empero no puedo por más que intente:
virtual cercanía no es vara de hada.
Apago el cirio de monje cansado,
queda solo redactar un soneto
donde sublime el ardor agotado.
No eres musa ni de amor objeto,
sino la mujer viva que he anhelado,
mi compañera de lucha y sujeto.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 14 de febrero de 2013
MISIÓN DEL PASAJERO
Afirmo que en esta nave sin rumbos
he de posar los labios sobre el Sol,
sin falsos lustres, libre de alcohol
para rediseñar nuevos los mundos.
Lo afirmo porque suele ser inmundo
pernoctar bajo absurdo cascarón,
abstemio de sonrisas ni pasión
como fantasma vil y tremebundo.
Amerita inventarse la presencia
de las más indomables herejías;
esas que rezuman finas esencias,
esas que dan condimento a los días;
siendo nueces de mejores conciencias,
lumbres de fe y jamás algarabías.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 10 de enero de 2013
PARA MI GITANA CELTA
(Para Esther)
Para mi gitana celta
de ojos acua esmeralda
pincelo cintura esbelta
de bordó lumbre que escalda.
Vengo a rozarte esa boca
de cerezas escarchada
con mi gris barba hechizada,
cuya pasión desboca.
He de orlarte los cabellos
con mil reflejos de luna
y con las flores montunas,
como la pez con destellos.
Te quiero bella gallega
con tu sabor ancestral,
besarte tu piel ventral
como marea que aniega.
Verdes ojos desde almena,
verde vestido refulgente
eres admirar de gente,
eres puntal de colmena.
Hacia lejos en Galicia
donde hueles a brisa marina,
iré a libar ambarina
toda tu miel en albricias.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, marzo de 2013
PARA MI GITANA CELTA
(Para Esther)
Para mi gitana celta
de ojos acua esmeralda
pincelo cintura esbelta
de bordó lumbre que escalda.
Vengo a rozarte esa boca
de cerezas escarchada
con mi gris barba hechizada,
cuya pasión desboca.
He de orlarte los cabellos
con mil reflejos de luna
y con las flores montunas,
como la pez con destellos.
Te quiero bella gallega
con tu sabor ancestral,
besarte tu piel ventral
como marea que aniega.
Verdes ojos desde almena,
verde vestido refulgente
eres admirar de gente,
eres puntal de colmena.
Hacia lejos en Galicia
donde hueles a brisa marina,
iré a libar ambarina
toda tu miel en albricias.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, marzo de 2013
MUERDO MIS FRONTERAS
No te espanto, sino me aferro a tu quimera.
Ya atisbo el valle con ojos de ausente.
Un día alguien sellará boleto sin retorno
y al final del túnel estarás.
Vendré, sé que llegaré,
pero ya hipotequé hasta la pesadilla
que en el baúl que me arropa
viajará un espectro.
Siempre he sido un fugitivo.
No soy un ermitaño.
Esa es sólo la membrana
Al menos los monjes tienen identidad.
Amputé las ventosas
que sustentaban la mía...
Esto es casi un poema: es mi vida.
Me urjo desgajar el llanto.
Nunca plaño porque temo
a las sonrisas y a las muecas
como signos de Talía.
No obstante,
me pulsiona derramarme
como el aguacero feroz
que ahora cae afuera.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 2012-09-09
NUNCA PERMUTES TU SOL
(Soneto de rima imperfecta para Esther)
No voy a fecundarte la soledad
pidiendo con los besos gris mendrugo,
ni serás pasión del cruel verdugo
que te robe la caliente humanidad.
No perderás la auténtica oquedad
por limpiar herida donde supuro,
ni he de ofrecer arras cerrando muro
para narcotizar tu libertad.
Mujer, sé del sinsabor del exilio
y de las dolencias que nunca sanan.
Aunque nos asista el mejor auxilio,
los ecos del terruño siempre llaman
como si levitara primario idilio,
ese crisol de lumbres que amalgaman.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 7 de febrero de 2013
REFLEXIÓN METAPOÉTICA
¿Dónde emana la luz con que se cuecen los versos
en su matriz de deseos y emociones contenidas,
como ecos del oficio
al chocar con los muros ciegos
de un laberinto empedrado?
Creo ser como el artesano
moldeando quimeras
del barro que chorrea,
mientras sus manos
hienden el ser que puja
que embrionariamente puja
y sus pies orbitan
la alfarera rueda.
¿Acaso esa hendija del alma hecha figura
será buril que bruñe la piel en cada golpe,
a semejanza del ritmo de una voz vestida de canción
confesando al viento
la partitura misteriosa de sus notas?
¡Quizás no!
Es la psiquis colectiva
que refluye cada noche
en su levitación fantasmal
y que arropada por bruma de sueños,
ordena al verbo que se enrede como ovillo
para dejar fe,
aunque sea por un instante de micromundo,
intangible y en sinestesia
en torno al marasmo imaginal
que como estrellas fugaces
encaracolan sus manchas y colores
sobre el lienzo tan blanco y terso
de todos los silencios.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, octubre de 2012
SÓLO VERSO LIBRE DESGARRA
Me siento como ese indigente que extiende su mano
en pos de migajas de luz
para encandilar sus tripas sedientas,
sus sedientos antros de dolor.
Mientras, un decapitado enmienda la plana
y ya es demasiado tarde
para abordar el tren postrer.
En esta cámara oscura
donde criogenicé sueños
no hay vestigio de arpegios,
una hendija nimia de sigilos
para abrir las alas
y echarme a planear
sobre los rascacielos,
donde ebulle la vida
como inmensas colmenas de cirios,
haciendo más tenue mi desnudez ,
ocre desnudez
durante esta madrugada
cuando repto fuera de jaula corporal.
Soy un estertor humano,
un ser que gotea con lentidud
desde la cornisa existencial
y no le teme a la admonición
de los buitres sobre tumbas;
un fantasma no nacido
que escarba en el filo de los tiempos
bajo campana cristalina
del lago onírico que nutre
zampando los hilos helados
con que suele acelerar visiones,
en este milenio inmutable
de austeridad totalitaria del amor.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 17 de septiembre de 2012
OFERTORIO AZTECA EN FIN DE CONTEO MAYA
Bajo superficies enciendo la flama
que decora la quietud del vuelo nocturno
y como el gavilán
que desciende sobre presa en silencio,
no explico, ni pondero,
sólo me dejo llevar
por diástoles y sístoles
para encontrar la quimera de soles
que me cristaliza el sesgo.
En este mundo donde se nublan los nortes
vengo a obsequiar la gema,
aunque su utilidad se esfume
como incienso
en el culto de Quetzatcóatl.
No espero clavar las picas con pendones
aullando fe a cuatro vientos
porque no soy el último de la legión
y otros seguirán las huellas
en el justo intervalo
que exijan sus ancestros.
En esta clara noche de plenilunio.
bajo el dosel de los tiempos,
me desencajaré con obsidiana esternón
y obsequiaré sangrante
la bomba con que irrigo las visiones,
ese núcleo duro del alma
que nos calienta el cuerpo.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández
Día de la Independencia Mesoamericana
15 de septiembre de 2012
SOY VIOLÍN DEL CAMPESINO
De este cuerpo que vibra en su fulgor,
sonoras maderas amalgamadas,
brota el alma como flor perfumada
y refleja sus quejumbres el amor.
Vengo del Magreb seco y calcinante,
envuelto en azahar blanco de cafeto
y regalo al’ Andalusí mi respeto
con tensa cabellera tintineante.
Mestizo soy e hijo del cante jondo,
perla mora de pupila azabache.
No vendo mis timbres en cambalache
pues la sangre de crisol sobrepongo.
Puedo acompañar con las castañuelas
un curro taconeo en bulerías.
Y puedo más, porque repujo estrías,
en los "tablaos", si bien se me espuela.
A América viajé como castizo
y la semilla aún mantuvo fuerzas
para reajustar nuevas las cuerdas
en las tonadas y el punto guajiro.
Teniendo mis abuelos en la Arabia,
y con padres morenos andaluces,
resueno hoy como manojo de luces
desde la América al sur de Italia.
Soy el laúd con acentos altivos,
señor rey de cantatas populares
y puesto que vengo de tantos lares,
soy como el violín de los campesinos.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, diciembre de 2012
Ilustración: Murillo, "Adolescente tañendo el laúd". Museo "Ermitage"S. Petersburgo, Rusia
TODOS SOMOS EL ARCA
En esta Arca planetaria azul,
el mito saltarín de la cultura
deja en cada etnia justa mensura
como globo de vitral envuelto en tul.
Ay, mito que sonríe a la esperanza
y que la clave ha sido por milenios
para hurgar el secreto de los sueños
sobre grial de la vida en su bonanza.
Soy fiel a tesis de la evolución
que explica la vida como tejido
y me lacera el ancestral quejido
emergente de masiva extinción.
Admiro las razones mitológicas,
modelo y poesía de conciencia:
no por ser adalides de la ciencia
vale obviar raíces zoológicas.
El mercado global está de moda
sometiendo los más éticos valores
al dominio cruel de las sinrazones
con que lanzamos vida por la borda.
Hemos convertido al gran milagro,
el milagro animal, como obra plena
de natura y su más latiente vena
en feria de carne y nauseabundo acto.
Olvidamos la misión de hermanos
en un mundo de seres sorprendentes,
movidos por pasión e inteligentes
premisa matriz de los seres humanos.
Sólo aquel hombre trunco de afecto
hacia seres del amor y compañía
jamás conocerá justa la armonía
con animales de luz y de consuelo.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 28 de septiembre de 2012
TAMBIÉN EL VERSO SALVA
Sucede, hermanas y hermanos
que el camino suele ascender
como trazo alto de curva
y en locura de las cuestas
posible es que el alma quiebre.
También ocurre y es normal
porque normalidad fluye,
que haya días muy brumosos,
cuando el esqueleto pesa
más que un fardo de piedras.
Entonces es santo auxilio
hilar versos como cuentas,
arrollando verbal sierpe
en torno al credo que nutre
para oxigenar conciencia.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández. diciembre de 2012
KANDINSKY
Soy un cadrado.
Línea plana que curva.
El alma duerme en bodegas.
San Petersburgo,
Ermitage.
Primero adoraron.
Vajillas relucientes tiradas al Nevá.
Noches blancas.
Frío.
Champagne.
Ciudad como monstruo.
Perspectivas de sueño egipcio.
Neoclasicismo.
Multitudes.
Semillas de girasol.
Mi alma en círculo.
Papeles en el sótano.
Comisariado de las Artes.
Moscú.
Anatemas.
Ïcono y parteaguas.
Robáronme.
Subastáronme.
Valgo millones.
No importa.
Ya no está "La Bauhaus".
Cruces gamadas.
Hoces y martillos.
Weimar-Munich-Moscú-París
Fetiche soy:
He muerto....
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 2012-07-07
TERROR DE HYPATÌA
¿Qué podré pedir a los dioses de las ciencias,
quienes hicieron pensadora potente a una mujer,
cuando las barbaries ignorantes
que se hartan con licores de guerra
como en el vulgar culto bacanal,
culpan mis dotes con los números,
silogismos y las artes del intelecto,
como matriz sobrenatural,
en traje de bruja
y seductor empaque de hembra,
de los males de mi querida Alejandría,
gran luminaria del Helenismo,
mixtura cultural que no se destilará
ni en dos milenios sucesivos?
Estoy destinada a la atroz lapidación,
como piltrafa de luz carnal desvirgada
y no habrá autoridad humana ni dios,
que pueda acorazar la fatal finitud
de mi infinita capacidad de descubrir
los mundos ocultos,
frente a la pulsión de venganza
de tantas mentes groseras.
Oh, señores de los cielos
que obsequiasteis las cuentas de mi alma,
no escalda la fragmentación brutal
del mi nicho corporal que es su jaula obligada,
sino la despiadada muerte del concierto,
del trino de finos espectros,
del que me hicisteis instrumento y voz
para el deleite de la aún incauta
especie humana.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 13 de febrero de 2013
TESTIMONIO DEL VELERO ERRANTE
Soy ese velero que ya viaja por inercia de fantasmas
recordando el lastre de especias que lo perfumaba
durante las iridiscentes noches del Ecuador tórrido,
en aquellos tiempos en que mi osamenta de caobas
sacudía las barricas cuando el mar caía en plomada.
Supe de piratas que olían a lavanda tras el abordaje
seduciendo con sus miradas viriles a las pasajeras
quienes elucubraban del amor tras cancela monjil
y escuché los gemidos asordinados y silibantes
de esos lamidos de tizón de mundos amurallados.
Puedo testimoniar en la Corte, Biblia en cordajes,
que no miento ni por el salitre que me carcomerá:
cuando alaba velamen sobre los husos horarios
para custodiar en vientre ideales lejos del abrazo,
barras de crueldad y misticismo a punto de crisol.
Es tan inmensa la planicie de mi memoria azulada
que, aún errante, sin mascarón, cruz o capellanes,
presumo de percutir la gran campana de los ecos,
regalando versos a poetas que mercarían gris vida
por cantos y presagios de los espectros que supuro.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, diciembre de 2012
VENGO A MASTERIZAR TU VOZ
Vengo a masterizar tu voz
sobre este lienzo de plasma
que me acaricia la memoria.
Dejaré en cámara de ecos
las más dulces oraciones,
donde el timbre de cristal
teje infinitas resonancias
oxigenando el alma con ondas
ondas como plumas de color,
que entornan los ojos
y hacen cosquillas al ser
con sus caldeados arpegios,
asemejando una nana
algo pasada de moda
para un cincuentenario.
Vengo a masterizar tu voz
usando el lado suave
de la tecnología digital.
Conservaré el sonido avitralado
que meció estanque con frescor
como espejo de agua al levitar,
al momento de susurrarnos credo
en son de contracorriente,
fuera de espuria propiedad intelectual,
cuando fundimos las palabras
en tejido corporal de lumbres
y las ensayamos en todos los acentos
en cada rizo de la espiral
de conjugación impoluta
del verbo "amar".
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, octubre de 2012
VIÑETAS DE INVIERNO
Por el Mediterráneo la gente evapora
en este horno global.
Aquí , cintura del mundo,
depresión presagian,
cual pedernal que levita.
dosel de telarañas,
cúmulos y nimbos
aderezados de invierno.
Al son de conciudadanos
que cierran cuellos
tras cubiles rebañescos
para acordonar latidos,
desgajo eslabones:
del verso su material.
¡Ay, conexiones en neurosis binaria!
¡Ay, los fluidos que corroen!
¡Ay, epidurales alegrías:
cabelleras que atragantan,
gritos como bejucos,
caracolas de Murano,
chasquidos,
sonrisas,
zumbidos,
cornisas,
orgasmos!
¿Quién lo creería?
Lamo agosto septentrional.
Y el eje de monzones
es como artritis a destiempo.
Enmohezco.
No hay modo, Señor.
¿Cómo conjurar esta eterna humedad?
Duele ser hijo del Sol.
Va siendo luengo tanto sigilo,
en lucha contra viejos filibusteros.
Mientras el vibrión diezmó.
No hay forma de canto, Señor.
No hay himno ni bandera..
¡No me abrasa el pathos de Chopin!
(Parque Nacional de San José de COSTA RICA, frente al Monumento
de la Campaña contra filibustero de William Walker de 1856-57)
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, agosto de 2012)
CHAVELA MIA
-I-
Por surcos de hiedra náhuatl tu herencia espolvoreas;
voz quebrada como granada en fragmentación,
Me regalas guitarra y de tequila el trago.
Cantemos a Luna de altiplano al son de coyotes;
bailan sus pelajes de cepillo sobre la tierra elotera.
Mezcal y tamales enchilan nuestros ojos,
ojos paridores de bruma, arman algazaras con tinieblas.
Yolanda y Eunice nunca olvidaron aquella noche.
Aldea con bríos de capital: charros destapados en el viejo "Balmoral".
Mujeres levitan como cometas, sahumerios en hedores de suicidio.
¡Qué larga procesión del desamor!
Quizás Frida, eterna cavidad de angustias
te pinceló con entraña la mueca:
espectro protector de Coyoacán
-II-
Ave agorera, rasposa, viste tantas membranas;
rasguemos venas de indio y español.
Te vengo soñando como guerrera de Aztlán,
acrisolas sonrisas a golpes de obsiadana
Petrificas savia que chorrea palpitando.
-III-
"Ponme la mano aquí, Macorina"
Ay, mi Habana de arrabal, china y mulata en su solar.
Ay, cantinas parloteras con vahos de cabaret.
Ay, mujeres perseguidas.
Ay, Safos depredantes en la americana cintura.
Ay, venganza del alcohol.
Ay, del tabaco arrollador.
-IV-
México prohija si somos almas a destiempo.
Esperamos comer con las cuerdas congeladas.
En ese túnel hurtamos al zarape esqueletos.
No valen homenajes, si el llanto hiede a ponzoñas:
acetatos que vomitan siseos cual moho silencioso.
Fresco y mural que carganos nonagenario escozor
¡Cuántos zopilotes de alas azuladas!
¿Vale fama la ovación?
¡Ay, "Movida encuerada", tras franquista noche larga!
¡Ay , París que se agiganta para escucharnos temblor!
-V-
No somos de Babilonia, ni santos,
sino ofidios del sudor que amamantan.
Salta del celuloide, digitalizada, voz de eternidad.
¡Gracias, Sabina! ¡Gracias Almodóvar! ¡Gracias Anáhuac!
Nada ya espanta en este desdoblaje del guión.
Eres tú, Chavela mía, irredenta compañera
que perdona pecados, no ministras confesión.
¡Desfloremos el telón!
© Eduardo Vladímir Fernández, agosto de 2012
DÉCIMAS A LA INFANCIA
(Ejecicio)
-I-
En villa del Poeta Nacional
de muy joven matrimonio
ángel vine y no demonio
vestido de sol matinal,
como el agua de manantial.
que brota de enredaderas,
nutriendo las sementeras
y refrescando el camino,
como un pájaro en trino
de tesituras sinceras.
-II-
Qué bellos primeros años
sin crueldad en la existencia;
me abrazó fiel la paciencia
de seres de amor, no huraños,
ajenos a causar daños
y sabios de humana ciencia,
quienes formaron conciencia
que reír vale la pena,
entregar no es vil condena,
sino es verdad y sapiencia.
-III-
El Camagüey variopinto
de calles cual laberinto,
de centenarias casonas
y tinajas bien panzonas
fue de juegos el recinto
y hondura sin acechanza,
gran quietud de la bonanza
y morada del arcano,
como un cielo de verano
sin nubes en lontananza.
-IV-
Hubo salidas al monte
en bicicleta montado,
sonriente y no anonadado
tras la escucha del sinsonte.
sin muro en el horizonte
mis pies libres de ataduras
frescos como las verduras,
pleno en sueños de enano,
llenas de tierra las manos
y el alma sin magulladuras.
-V-
Días de aprendizaje
en la algazara escolar
nos ampliaron el hogar
con el mejor tamizaje:
gran apertura del paisaje
la oportunidad de hacer
y así lo nuevo aprender
de la vida sus secretos,
para atisbar amuletos
filosofales del ser .
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 12 de septiembre de 2012
AMOR SIN CONTRAPESOS
Sólo un atisbo,
imperceptual atisbo.
y nos vertemos en fusión,
en fusión termonuclear
entregados al rito,
como en Fenomenología de Husserl,
dentro de escala que excluye.
Desmigajamos cadenas,
cada milenio es eslabón.
En el envés de pelambres
masacramos.
los antifaces que invaden
como latigazos,
como aros en los hocicos
de garañones en celo.
Sin arietes, escudos, ni espadas
desechamos maldición del gladiador.
¡Sólo preterida fusión
de termonuclear energía!
¡Siempre sobre piedra sacrificial!
Libres de casamenteras,
leguleyos,
parafernalias
y oración.
En pupilas que acrisolan almas,
enredamos efluvios cual lianas.
Arpa común tañer sabemos.
Instante coral:
Contranatural creación.
Somos Patroclo y Aquiles.
Nos hace mortales
talón bañado en el mito.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, 14 de julio de 2012
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.