ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DE CUCA
Cuca se ha despertado la primera. Las infusiones que le recomendó la Luisa han tenido el mismo efecto de siempre, o sea, ninguno. Su hijo Teo, el más madrugador, se quedó anoche jugando a la Play-Station casi hasta las cuatro de la mañana, cuando fue sorprendido por su padre. Cuca se refiere siempre a su marido como su padre, o tu padre o vuestro padre, o papá, en definitiva el progenitor de sus tres vástagos. Nunca lo llama por su nombre de pila y las conversaciones entre ambos suelen ser escuetas -salvo cuando hablan de sus hijos, a los que sigue llamando los niños, aunque el mayor, ya casado, tiene cuarenta y tres años. Su marido es un hombre de pocas pero contundentes palabras. Las dos últimas conversaciones largas que tuvieron, no referidas a los niños, fueron sobre la cuenta telefónica, engordada sobre todo por Teo, que todavía no tiene móvil y sobre métodos anticonceptivos. Cuca salió perdiendo, como pudieron constatar sus vecinas, sus dos únicas amigas, ocasionalmente rivales y casi enemigas, la Luisa y la Cleo; cuando ella ya no pudo ocultar su incipiente gordura y se confió a ellas, ofendidas por el silencio de ésta. Esas eran del tipo de noticias que ellas deseaban tener frescas y obtener de primera mano. Pero Cuca tuvo un aborto espontáneo, era demasiado mayor, y aunque internamente se sintió aliviada nunca se lo dijo a nadie. Ni siquiera a su marido. Nunca a su marido.
Cuca sabe que la Luisa es la Luisa, siempre se ha llamado así, y que Cleo es el diminutivo de Cleopatra, como la reina egipcia que hacía Elizabeth Taylor en el cine, tan guapa y majestuosa, aunque según le ha contado su hijo Roberto, al que le gusta mucho el cine, cayó gravemente enferma después del rodaje. Tanto calor, maquillaje y viajes de aquí para allá. Que si Cesar que si Marco Antonio. Envenenada por una culebra. Culebrón. Claro una película tan larga, es como pasar muchas horas y horas fregando y preparando la comida. Esa es de esas películas de siempre, de las que ponen todas las navidades o en Semana Santa, como la vida de Cristo o como aquella del ángel que resucita y cantan villancicos en familia o ponen el árbol si este año llega para árbol. Esa también la ve todos los años, es muy bonita aunque sea en blanco y negro.
Cleo se hace llamar la Cleo porque se avergüenza de su verdadero nombre, ha escogido un diminutivo. Cuca, que no sabe cómo es su nombre en versión larga, no entiende el motivo de tanta timidez y coquetería. Ya le gustaría a ella llamarse como una reina tan famosa, tan guapa, del cine y de Egipto.