Es viernes en la tarde y amenaza la lluvia, conduzco mi auto y ya faltan solo unas cuadras para llegar a la casa, después de atravesar todo el tráfico de la ciudad. Estoy cansado. Por fin es ...viernes en la tarde y tendré todo un fin de semana para descansar, para relajarme en la tranquilidad del hogar.
Me detengo en un pequeño mercado en la esquina de la casa, traigo mis planes después de toda una semana de trabajo, compraré unas cervezas, una botella de vino, llegaré a la casa, tomaré un baño y pasaré todo el fin de semana frente al televisor.
Me sorprendes esperándome en la puerta, con señas y gritos me dices que no deje el auto fuera, que lo lleve hasta el patio y lo lave. Mañana tenemos una fiesta en la casa de una de tus amistades y el carro debe estar listo y limpio.
Se echaron a perder mis planes.
Obedezco pues lo último que deseo este fin de semana es una bronca contigo, sé que no te gusta perder y por lo tanto, sé que perderé. Nuestro matrimonio no va muy bien últimamente y hemos tenido algunas crisis. Me queda el aliciente de que el Domingo esté disponible para mi descanso. Aún así, siquiera lo digo. Te conozco.
Llevo el auto hasta el patio con menos fuerzas que ganas, en la nevera de la terraza dejo el paquete de cervezas y el vino despidiéndome de ellos hasta el domingo. Estoy molesto y lo más que me incomoda es que no puedo siquiera rebelarme ante tus planes.
Entro a la casa con la intención de cambiarme de ropa, me sorprende la tranquilidad que descubro y pregunto por nuestros hijos, me respondes que se quedarán con tu hermana hasta el lunes, no puedo evitar el pensamiento que viene a mi mente:
“Coño, si hasta los niños iban a estar fuera, el fin de semana perfecto para descansar”
Aún así sigo en silencio forzado y me cambio. Vuelvo a salir al patio esta vez con los utensilios necesarios para lavar el auto, ya con la manguera del agua en la mano miro hacia el cielo y en un acto de desesperación te digo.
Me detengo en un pequeño mercado en la esquina de la casa, traigo mis planes después de toda una semana de trabajo, compraré unas cervezas, una botella de vino, llegaré a la casa, tomaré un baño y pasaré todo el fin de semana frente al televisor.
Me sorprendes esperándome en la puerta, con señas y gritos me dices que no deje el auto fuera, que lo lleve hasta el patio y lo lave. Mañana tenemos una fiesta en la casa de una de tus amistades y el carro debe estar listo y limpio.
Se echaron a perder mis planes.
Obedezco pues lo último que deseo este fin de semana es una bronca contigo, sé que no te gusta perder y por lo tanto, sé que perderé. Nuestro matrimonio no va muy bien últimamente y hemos tenido algunas crisis. Me queda el aliciente de que el Domingo esté disponible para mi descanso. Aún así, siquiera lo digo. Te conozco.
Llevo el auto hasta el patio con menos fuerzas que ganas, en la nevera de la terraza dejo el paquete de cervezas y el vino despidiéndome de ellos hasta el domingo. Estoy molesto y lo más que me incomoda es que no puedo siquiera rebelarme ante tus planes.
Entro a la casa con la intención de cambiarme de ropa, me sorprende la tranquilidad que descubro y pregunto por nuestros hijos, me respondes que se quedarán con tu hermana hasta el lunes, no puedo evitar el pensamiento que viene a mi mente:
“Coño, si hasta los niños iban a estar fuera, el fin de semana perfecto para descansar”
Aún así sigo en silencio forzado y me cambio. Vuelvo a salir al patio esta vez con los utensilios necesarios para lavar el auto, ya con la manguera del agua en la mano miro hacia el cielo y en un acto de desesperación te digo.