Autora: Elia Casillas, narradora mexicana
Si la luna suave se desliza
Por cualquier cornisa
Sin permiso alguno
Por qué el mojado precisa
Comprobar con visa
Que no es de Neptuno
Ricardo Arjona
I
Lo último que esperábamos era eso… si, que una Border Patrol (patrulla de migración) estadounidense, nos detuviera dos horas en pleno desierto, con un calor de esos que no sabes si lo envió Dios o Luzbel.
El viaje sería pesado, dos días sobre ruedas y dormir donde cayeran los ojos. Atravesaríamos parte de Sonora y casi todo el sur de USA, desde Arizona hasta Texas, aunque esta vez, Iván Villalobos nos acompañaba con nuestro querido Piano. Iván es hijo de Lauro Villalobos y de Jari. ¿Recuerdan, aquel parador corto de los Charros de Jalisco y Naranjeros de Hermosillo? Si, el mismo, hoy, gerente de los Mayos de Navojoa. Bueno, encaminábamos en perfecto estado, y en Nogales Arizona, compraríamos los permisos para atravesar suelo gringo. Entones; nos plantamos sonrientes, saludadores, amables, así como somos los mexicanos, yo con un sombrero que no dejaba duda de mi origen y creo que eso le caló a un pocho descolorido, y no sólo eso, si no que le hizo ampolla, harta ampolla. No sé a quien debí recordarle, porque él era hijo de mexicanos, su gafete decía Fuentes, rubio, ojo azul y hablaba perfecto español y el idioma… se mama en casa. Ni modo que fuera hijo de alemanes, ¡bah! Si lo que sobra en la sierra de Sonora son chinaleños de ojo verde, azul, gris y lila, de cabello dorado. Si los blanquitos también se van de mojados. El mojado no es únicamente el indígena moreno. De pronto, cuando me acerco a pagar los permisos y pregunto…
-¿Aceptan pesos mexicanos?
-No, ahí está el cesto de la basura para que los tires-. Contestó Fuentes.
-Ahhhh, si en México aceptamos dólares, no veo por qué ustedes no quieren nuestros pesos.
-Porque siempre han sido unos perdedores…
-¿Nosotros perdedores? ¿Ya olvidaste las chingas que les metía Pancho Villa? ¿Acaso no recuerdas que lo asesinaron y profanaron su tumba llevándose la cabeza? Le tenían pánico, por eso lo hicieron, sólo así estaban seguros que estaba muerto. ¿Te cuento que pasó el 5 de mayo, cuando en Puebla de los Ángeles sacamos a piedra limpia a los franceses que se querían quedar con el país? Y puro indio pata rajada. Hasta ustedes festejan ese día y no se diga Bush que manda por músicos y cantantes mexicanos, y en esa fecha come tacos y tamales y pozole y se echa sus tequilas. ¿De dónde somos perdedores? Contesté, mientras la sala se llenaba de aplausos con los expatriados que iban de regreso y por supuesto me daban su apoyo. No así los norteamericanos que extendían los permisos y me observaban como a una terrorista.
-Si ustedes nunca han ganado una guerra… contestó Fuentes.
-México no necesita guerras y ustedes si, cada vez que el dólar se devalúa inventan una. Finalicé.
Con esa respuesta, las carcajadas de la estancia salían hasta el estacionamiento, Fuentes ya no dijo nada, la felicidad de los compatriotas que veían el descaro y atrevimiento de como les contestaba, hizo que saliera contenta y de cola esponjada. Aunque algo noté en el rostro de uno de migración que no me dejó tranquila, no comenté nada. En cuanto terminamos agradecí aplausos a los paisanos, y fuimos a la salida. Fuentes se tragó su merecida clase de revolución mexicana a medias, y nosotros nos comimos sus hamburguesas gringas de Carl´s Junior´s. Luego encarrilamos hasta El Paso Texas y ahí se nos cansó el piano. Al día siguiente el llano se alargaba y nosotros como el acordeón lo hacíamos corto, lo que ansiábamos era llegar a Reynosa con Mercedes, en casa no había teléfono, así que le dejamos un recado en la oficina de Leo Clayton, avisando nuestra salida de Navojoa. Y qué les cuento… a Leo se le olvidó y Mel estuvo dos días con el Jesús en la boca. Aunque en eso de meterle al acelerador Luis es único, pero con todo y todo, el Dorado no era avión, reconozco que él es muy bueno manejando, y comiendo no se diga. ¡Ay mi niño, como te quiero! Antes quiero aclarar, si viajamos por lado norteamericano ha sido por seguridad, una; otra, las carreteras, son extremadamente buenas, digo, comparadas con las de México que cobran cuota y siempre están en reparación y allá no pagamos medio cinco. Bueno, la tercera es la gasolina, excelente, de inmejorable calidad y más barata, con decirles que en cuanto el automóvil entra a tierra mexicana y prueba nuestro combustible, empieza a toser y toser y toser y termina torcido. Ya íbamos llegando a Laredo Texas cuando… ¡Chan! Un retén. Luis detuvo el automóvil, inmediatamente nos hicieron a un lado, dijeron que el permiso de él traía año 2000 y debía traer, 2001. Entonces recordé la cara del que extendió los permisos. Nos pararon y el calor ya era del mismísimo diablo haciendo de las suyas. Nos dejaron dentro del auto y aquello nos estaba ahogando, quise salir y la policía no me dejó, Luis y Gaby se asustaron y me contuve, pero la niña necesitaba el baño y le hablé a la mujer de la migra para que le permitiera salir al baño público y ella contestó que no, en ese momento no soporté tanta prepotencia y que salto, la mujer iba a aprehenderme y vio que me fui directo sobre un automóvil que estaba en el retén, entonces hablé con el conductor.
-Disculpe ¿a dónde va?
-Aquí, a Laredo Texas, ¿se le ofrece algo?
-Si, ¿podría hablar a derechos humanos y decir que estamos detenidos injustamente?
-Si señora, con mucho gusto.
Los policías de la migra casi me aniquilan con la mirada, entonces le dije a uno de ellos un tal, Vásquez:
-La niña necesita el baño.
-No podemos prestárselo.
-Entonces le diré que haga en el monte
-Si lo hace, hablo con el sheriff para que los encarcelen.
-No somos delincuentes por lo tanto no debes tratarnos así, el auto es una olla hirviendo, ahora que vengan los de Derechos Humanos les voy a contar todo.
-Está bien, pueden salir… contestó de mala gana, el gordito. ¿Gordito? Puro salchichón hinchado.
Fui con los muchachos y les dije que salieran del auto. Ellos sacaron guantes de béisbol, pelotas y empezaron a jugar a un lado, pero a Gaby no le prestaron el baño y eso que era de uso público, pero… ellos tenían las llaves. Después de una hora y cuarenta y cinco minutos creo, vimos otro automóvil de la migra y rápidamente la mujer policía nos dijo que la niña podía pasar al baño. Eran tres los que nos detuvieron, increíblemente uno de ellos nunca participó, él siempre se mantuvo fuera de todo el bochinche, por supuesto los tres de origen mexicano, si, si, si el nopal ta duro pa´ que desaparezca de la cara. Entre paréntesis les diré, pida a Dios o en quien crea, que cuando lo detengan del otro lado, no sea uno de origen latino, o mexicano, suelen ser los peores. Despiadados, abusivos y crueles. Del auto bajó un hombre maduro y se encaminó apresuradamente al moviblehome que hacía las veces de oficina y Vázquez se fue detrás de él. El permiso para viajar en USA, cuesta seis dólares y cubre cierto millaje dentro del país, más allá no debes de ir, ellos tienen sus claves. Bueno, por el simple hecho de tener visa no debieron pararnos, el permiso sobraba, nosotros estábamos en el límite de millas que cubre la visa. Pero eso no les importó cuando discutimos, nos aprisionaron y para entonces habían pasado casi dos horas, todavía nos faltaba llegar a Laredo y de ahí a Reynosa, tres horas más. El hombre salió y dirigiéndose a nosotros dijo:
-Bueno, aquí están sus papeles, ya pueden irse, no pasa nada.
-¿Qué no pasa nada? Nos detienen dos horas y con el calor que ustedes saben es para dejar seco a un humano, no nos permiten salir del automóvil, no nos prestan el baño para la niña, nos tratan como delincuentes y dice ¿qué no ha pasado nada?- En leonada como a veces me pongo, volteé a donde estaba Vázquez y con la uña del dedo índice que era y es bastante larga, señalé con furia su gafete enterrándolo en su gordura y continué- Y tú Vázquez si te hubieras apellidado Smith nos hubieras dado mejor trato, no todos los mexicanos somos delincuentes ni narcotraficantes, tampoco somos responsables si eso existe, en todo caso la droga viene de allá, pero ustedes la dejan pasar. Porque en un auto como el mío no pasa, para eso tienen sus tráileres y sus avionetas. Sonora no es sinónimo de Narcotráfico. Y tú, -señalé a la mujer- pídele a Dios que nunca un familiar tuyo necesite un baño y te encuentres una como tú, que no se lo permita, para que sepas lo que sintió mi niña el tiempo que se aguantó. Ser mexicano señor no es equivalente a corrupción, gobernantes buenos y malos existen y en todo caso ¿Clinton no se cogió a cuanta se le puso enfrente? Otra cosa, ustedes están en la espina dorsal de América con la CIA y sus satélites espían hasta debajo del comal y México por ese lado no tiene problemas, no nos metemos con nadie. Ahora usted dice ¿que no hay ningún problema? Claro que hay problema, porque los voy a denunciar a Derechos Humanos por lo que hicieron.
-Señora, está en su derecho, lo único que puedo hacer es disculparme…
-Mire, Dios sabe que yo sé defenderme, si, por eso nos detuvieron… entonces, Dios quiere; no que yo los demande, si no que ustedes tengan piedad con los indocumentados que se vienen muriendo y cuando atraviesan el desierto, los rematan con un tiro…
-Señora nosotros no somos asesinos…
-Si no son asesinos ¿cómo es que no agarran a los texanos que acribillan indocumentados? Dios quiere que ustedes tengan compasión de esa gente, eso es lo que Dios quiere, por eso nos detuvieron, porque él quiere que ustedes los traten como lo que son: seres humanos. Por eso nos detuvieron, sólo por eso…
II
Sin embargo, hubiera querido ser profeta y en la oficina de permisos, decirle a Fuentes que en el primer mundial de béisbol se cuidaran de México, porque los íbamos a eliminar. Jajaja los gringos olvidaron que la carrera se gana en la última vuelta. Eso me recuerda a Judá Ben-Hur el héroe bíblico. Una noche, antes de la competencia en la que llevaría como contrincante al tribuno Messala, dijo a los caballos árabes: -Chicos, los quiero listos para la última vuelta, ahí ganaremos la carrera- Los caballos negros del tribuno y los caballos blancos de Ben-Hur: Antares, Aldebarán, Altaír y Rigel, el mal y el bien en manos de estos hombres. Ni todas las artimañas de Messala fueron suficientes para vencer a Judá Ben- Hur. De eso se olvidaron nuestros vecinos, hay que dejar el resto en la última vuelta. Y como les contaba, veía el juego de Japón contra Estados Unidos y no podía creer que el ampayer Bob Davidson, les robara descaradamente una carrera a los nipones, ¿recuerdan? Cuando el japonés anota en pisa y corre y no cuenta la anotación, porque dijeron que el jugador se despegó antes de la base y Davidson la anula. Entonces, levanté la mirada al techo como cuando estoy desesperada y dije:
-Señor; hasta en China eso es un robo, un robo que acá tiene un nombre: ampayer ladrón. Padre haz justicia por favor…
¡Jua! El juego terminó y los norteamericanos ganaron, no quiero contarles como estaba, no quiero, pero se los voy a contar.
-Señor ¿y tu justicia divina dónde quedó? ¿Cómo es posible que permitieras semejante robo?
Como algunas veces, Dios permaneció mudo, si; porque de que no habla, no habla, y de ahí no hay quien lo saque, ¿yo? Menos. Entonces viene el juego contra México, el mismo señor Bob Davidson le piratea un cuadrangular a Mario Valenzuela. La pelota pega en el poste amarillo que colindaba la zona de dentro y fuera y regresa con la mancha de la vergüenza a manos de Esteban Loaiza y éste, enfurecido la muestra a las cámaras televisivas y exhibe la más atroz ratería, y nosotros también sentimos rabia, impotencia, decepción. Un batazo de cuatro esquinas se convirtió en hit doble. Como quiera sirvió, ya que Mario nos puso arriba en el juego con hit de Cantú. ¿Cómo éste hombre (Bob Davidson), podía estar en las dos jugadas que pusieron en desventaja a estos equipos, contra los norteamericanos? Entonces, de nuevo regresé los ojos al cielo y dije:
-Le robaron al Japón y te quedaste muy tranquilo viendo a los gringos felices, hoy le hacen lo mismo a México y tú continúas ciego, bueno ¿de qué se trata esto?
Entonces; México gana y elimina a los norteamericanos y los aniquila con el más humilde de sus hijos, Mario Valenzuela, éste hombre hizo las jugadas claves para dejarlos fuera, un flaco carne pura, carne correosa como la de los mexicanos que se alimentan con frijoles y tortillas. Carne magra, fuerte, sana. Carne hambrienta de honor. Si; porque para ganar se necesita dignidad y ganas, y a este muchacho le sobra seguridad en piernas, y corazón. En ningún momento el baja californiano se sintió menos ante Roger Clames, que de esa manera nos convenció que su adiós del montículo estaba ahí, y que no tenía que persuadirnos si la decisión, ya la había tomado su brazo. En ese momento gozamos a nuestros compatriotas dando la cara a un pueblo de inmigrantes, a un pueblo de indocumentados, en estadios repletos por mexicanos. ¿Fuentes, no qué somos perdedores? El asombro no cabía en el rostro del equipo de USA, luego, poco a poco fueron asumiendo su derrota y ésta les cayó de lleno, bajándoles la sonrisa por buen tiempo. Si lloraron, eso no lo pudimos ver, pero de que el llanto les brincaba en el pecho, de eso no quedó la menor duda. Entonces caí en cuenta que Dios veía la jugada, y que me quedo callada. Si algo no perdonan nuestros vecinos (los gringos), es perder contra México o Cuba. Pueden quedar fuera de un torneo por cualquiera, pero no por estos dos países y con México menos, el odio nos viene de siglos y así seguirá. Mi abuela decía: -hay odios y amores que se heredan. Y tal vez nosotros no seamos tan rencorosos, pero a ellos los educan para ganar siempre y a nosotros, al ay se va. Felicidades Paquín Estrada, a ver cuando la Historia te hace justicia para el Premio Nacional al Deporte, pero como decía mi abuela, tú eres otro cantar. Y bueno, una tarde mientras daba una ojeada a la televisión, un grito de Gaby me hizo ir a ESPN2 y ahí estaba el equipo del Japón con su trofeo de campeones. Porque una vez que México estuvo fuera del torneo ya no fue lo mismo, mi querencia disminuyó para seguirle el hilo al campeonato mundial. En ese instante me dio gusto ver a los japoneses felices; por un momento fueron dioses, por un momento su momento viajó a todo el mundo, eran los únicos, los vencedores. Si hubo justicia divina, merecían ganar, les habían robado una carrera que les costó un juego, pero ellos se alzaron de su derrota, llevándose las medallas de oro a casa. Y bueno, si se levantaron de dos bombas atómicas, ¿qué es un descalabro de ésta índole, para ellos? Quien lo dijera, los nipones con organismos tan estéticos, cuerpos más bien de atletas de carreras o de patinadores artísticos, quizá, bailarines de ballet. Sin grandes figuras, pero con alma de metal. Demostraron que para el béisbol se necesita más que músculos: corazón. Y sabido de todos, es la gran disciplina y entrega al trabajo que tiene esta gente. Entonces si, tuve que disculparme con Dios y dije: gracias, Padre. A lo que Él contestó:
-¿Viste desesperada? Mi justicia a veces tarda, pero siempre llega.
Navojoa Sonora, marzo 11 del 2006