El vaso (cuento) de Irene Comendador

Biografía de Irene Comendador

Irene Comendador nació un 9 de Julio de 1980. Es una escritora que cambia constantemente de estilo y género, ya que le gusta innovar y perderse por cualquier sitio con la necesidad de explorarlo.
Finalista de varios certámenes en la red y ganadora en otros tantos, como por ejemplo: el I Concurso de Microrrelatos Eróticos de R21 en diciembre del 2011, y el Certamen XI Premio Sexto Continente de relato erótico de REE en junio de 2012.
Su primera aportación al papel, fue un relato corto que la Editorial Irreverentes publicó en octubre de 2011, bajo el titulo:  “Microantología del microrrelato III” (http://www.edicionesirreverentes.com/narrativa/microRelatos3.html)
En Marzo de 2012, la Editorial Tyrannosaurus Books, publicó otro de sus relatos largos de carácter terrorífico, junto a más autores. “200 baldosas al infierno” (http://www.books.tyrannosaurus.es/index.php/component/hikashop/product/15-200-baldosas-al-infierno)
En junio de 2012, y también de la mano de Tyrannosaurus Books, publicó otra antología de terror con varios escritores del género, de nombre “Arkham. Relatos de horror cósmico”  (http://www.tyrannosaurus.es/books/index.php/component/hikashop/product/25-arkham-relatos-de-horror-cosmico)
Y trabaja como columnista en el periódico “La Red 21”, con artículos semanales sobre la sexualidad.
(http://www.lr21.com.uy/)
Es socia de la asociación ESMATER (escritores madrileños de terror)
Y participa junto a grandes escritoras en el proyecto de la web (http://conunpardetaconesss.blogspot.com.es/ )
Una escritora, que sigue caminando por la cuerda floja de la inspiración y las musas rebeldes. Insomne y polifacética madrileña con una adicción que es la escritura.



Enlaces de Irene Comendador:

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Del libro “Sé que estás ahí” Próxima publicación. 

El vaso (Irene Comendador)

  Deberías dejar de hacer eso.

  ¿El qué?

  Pues eso, lo que haces, ¡joder! Bien sabes a qué me estoy refiriendo.

  Claro que lo sé, siempre estás con el mismo tema.

  Deberías plantearte otra alternativa, se está convirtiendo en una obsesión.

  ¿Me estás llamando adicta?

  No, te estoy diciendo que no es bueno que sigas con ello. Además, ahora has metido a otra persona y eso ya es crueldad.

  Pues yo cada vez que sucede, le veo de lo más feliz, la verdad.

  Eso no tiene nada que ver, conseguirás que le dé un infarto o una embolia. Deberías sentirte culpable por alterar a ese pobre hombre indefenso.

  ¿Alterar? No creo que sea para tanto. Él disfruta y yo me lo paso bien, es un añadido a mi ritual acostumbrado.

  ¿Y lo del vaso? Desde que me contaste lo del vaso, no puedo dejar de pensarlo.

  Te noto muy metido en el tema, ¿acaso es que quieres verme hacerlo?

  No seas idiota, ya bastante tengo con pensar que lo haces delante de tu vecino enfermo. No tienes corazón.

  ¿Sabes qué? Cada noche se sienta en la ventana, bueno, lo sientan, tú me entiendes, se queda ahí quieto, bueno, siempre lo está, ya sabes; y espera a que le deleite con mi presencia, mirando insistentemente mi cuarto para verme aparecer. Es una cita que tenemos, no puedo defraudarle. Además, tengo la completa certeza de que lo único bueno que tiene en sus días es verme. Y oí decir a esa que le cuida, que ya no le queda mucho tiempo de vida.

  No, si ahora le estás haciendo un favor, no te jode. Si el tío muere será por tu culpa y sólo por tu culpa. Lo que le haces es enfermizo y su corazón no aguantará mucho más.

  Es un puto vegetal ¡joder! No se mueve, no tiene vida, no come lo que le gustaría, no anda, ni habla, ni sonríe, ni folla ni jode… así que creo que le estoy dando algo con lo que poder entretenerse.

  Claro, ahora resulta que vas a ser la Madre Teresa de Calcuta.

  No soy la Madre de nada, sólo he cambiado la intimidad de mis sábanas o plato de ducha por el quicio de la ventana. Tener espectadores me está gustando, lo hace más… interesante.

  ¿Y lo del vaso?

  ¡Joder con el puto vaso! ¿Qué pasa con el vaso?

  Pues que no es normal.

  Mira, te aclararé las cosas: hace muchos años que uso ese vaso de cristal para masturbarme. Que te lo haya contado ahora no significa que sea algo nuevo. La diferencia está en que mi vecino con tetraplejia, o vegetal, o lo que sea, cada vez que me ve hacerlo con el vaso, sonríe. Así que no me jodas más y hablemos de otra cosa. En veinte minutos, tengo una cita con el quicio de mi ventana y un vaso de lo más entretenido.