"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges
29 de mayo de 2010
Bóreas y el Sol (fábula)
Autor: Esopo el fabulista.
Bóreas y el Sol disputaban sobre sus poderes, y decidieron conceder la palma al que despojara a un viajero de sus vestidos.
Bóreas empezó de primero, soplando con violencia; y apretó el hombre contra sí sus ropas, Bóreas asaltó entonces con más fuerza; pero el hombre, molesto por el frío, se colocó otro vestido. Bóreas, vencido, se lo entregó al Sol.
Este empezó a iluminar suavemente, y el hombre se despojó de su segundo vestido; luego lentamente le envió el Sol sus rayos más ardientes, hasta que el hombre, no pudiendo resistir más el calor, se quitó sus ropas para ir a bañarse en el río vecino.
Moraleja
Es mucho más poderosa una suave persuasión que un acto de violencia.
5 de mayo de 2010
Reina el desconcierto de mis amados predios (poema)
Autor: Francisco Jesús Muñoz Soler
Reina el desconcierto en mis amados predios
donde se cuecen los argumentos y las sensaciones
de mi dicha, sin punto de sal hierven
indelebles cariños y destemplados vacíos
al fuego de penetrantes latigazos de deseos
y certeras puñaladas de forzada ausencia
entre carnalidad exuberante y cama fría
magníficos hervores de inconcretos proyectos,
asido a etéreos y enfebrecidos sueños
llego a vertiginosos oasis de dulces dátiles
en el me entrego complacido a sus deleites
pero su dulzor solo es pausa de amargor
de abundante y penetrante desconcierto
que me inunda con desnortada viscosidad,
todo ante mí es desolado reino, voraz
sin limites de desazón y sinuoso tormento.
De Restauración 2009
2 de mayo de 2010
El ciervo en el pesebre de los bueyes (fábula)
Autor: Esopo el fabulista
Un ciervo perseguido por la jauría y ciego por el terror del peligro en que se encontraba llegó a una granja y se escondió entre unas pajas en un cobertizo para bueyes. Un buey amablemente le dijo:
-¡Oh, pobre criatura! ¿Por qué de esa forma, has decidido arruinarte, y venir a confiarte a la casa de tu enemigo?
Y replicó el ciervo:
-Permíteme amigo, quedarme donde estoy, y yo esperaré la mejor oportunidad para escapar.
Al final de la tarde llegó el arriero a alimentar el ganado, pero no vio al ciervo. Y aún el administrador de la finca pasó con varios de sus empleados sin notar su presencia. El ciervo congratulándose a sí mismo por su seguridad comenzó a agradecer a los bueyes su gentileza por la ayuda en los momentos de necesidad. Uno de los bueyes de nuevo le advirtió:
-Realmente deseamos tu bienestar, pero el peligro no ha terminado. Todavía falta otro hombre de revisar el establo, que pareciera que tiene cien ojos, y hasta tanto, no puedes estar seguro.
Al momento ingresó el dueño, y quejándose de que no habían alimentado bien a los bueyes fue al pajar y exclamó:
-¿Por qué falta paja aquí? Ni siquiera hay para que se echen.
-¡Y esos vagos ni siquiera limpiaron las telarañas!
Y mientras seguía examinando todo, vio sobresalir de entre la paja las puntas de una cornamenta. Entonces llamando a sus empleados, ordenó la captura del ciervo y su posterior sacrificio.
Moraleja
Nunca te refugies en los terrenos del enemigo.
Poema sin título
Autor: Carlos Barbarito. Tomado de Un fuego bajo un cielo que huye.
¿Dónde comienza el mundo? En
el suave despertar al alba.
En cualquier nombre oído detrás de la ventana.
En los ruidos de los que arman puestos
y ofrecen pescados, frutas, licores.
¿Dónde concluye? En
el brusco despertar a medianoche.
En el instante en que el último nombre
deja de tener algún significado, cierta resonancia.
En el silencio, feria sumergida.
Setiembre 25, 2007
¿Dónde comienza el mundo? En
el suave despertar al alba.
En cualquier nombre oído detrás de la ventana.
En los ruidos de los que arman puestos
y ofrecen pescados, frutas, licores.
¿Dónde concluye? En
el brusco despertar a medianoche.
En el instante en que el último nombre
deja de tener algún significado, cierta resonancia.
En el silencio, feria sumergida.
Setiembre 25, 2007
Los bueyes contra los carniceros (fábula)
Autor: Esopo el fabulista
Decidieron un día los bueyes destruir a los carniceros, quienes, decían los bueyes, estaban acabando con su gremio.
Se reunieron entonces para llevar a cabo su objetivo, y afilaron finamente sus cuernos.
Pero uno de ellos, el más viejo, un experimentado arador de tierras, les dijo:
- Esos carniceros, es cierto, nos matan y destrozan, pero lo hacen con manos preparadas, y sin causarnos dolor. Si nos deshacemos de ellos, caeremos en manos de operadores inexpertos y entonces sí que sufriríamos una doble muerte. Y les aseguro, que aunque ya no haya ni un solo carnicero, los humanos seguirán buscando nuestra carne.
Moraleja
Nunca trates de cambiar un mal por otro peor.
Paloma perdida (prosa poética)
Autor: Tony Pichs, poeta cubano.
Mi cuerpo anduvo alguna ves por esos retornos que fueron tus besos y arrojé mi sombras al olvido con una última despedida a lo que fue mi paraíso.
Mi cuerpo se alejó de tus balcones para olvidar las nubes oscuras que entre patios esconde tan dulce y deliberadamente nuestro amor .
En esa tierra hoy ajena a mis suspiros estás tú, ahí, como una pintura que refleja en el óleo tu hermosura y esconde la oscura mirada que yo conozco.
Crecerán hostiles los trigos para el que llegue a tus labios de nuevo, no regresarán olas en el mar para el que te desnude con desmedidas ganas, le fingirás sueños azules, luz entre sol, le fingirás una extendida superficie de colores que marchitarán cuando yo esté presente en tus recuerdos.
Porque no soy ni digo danzas a la muerte, porque soy viento fuerte y todavía estoy en tus pensamientos, porque me puse a mirar el río y sentí tu cabello que volaba como paloma perdida.
El buey y la rana (fábula)
autor: Esopo el fabulista
Un buey que llegó a beber a una charca donde había un grupo de ranas jóvenes, pisó y aplastó a una de ellas matándola.
Cuando llegó la madre y notó la ausencia de una de sus hijas, preguntó a sus hermanas qué había pasado con ella.
"Está muerta, madre querida; ya que ahora mismo una bestia muy enorme con cuatro grandes patas vino a la charca y la aplastó de muerte con su talón hendido."
La madre, hinchándose al máximo, preguntó,
-¿Si la bestia fuera tan grande como este tamaño?-
-Para, madre, de hincharte-, dijo una hija, -y no te enojes; ya que puedo asegurarte que más pronto te reventarás que imitar con éxito la inmensidad de aquel monstruo."
Moraleja
Cuando uno es maltratado, es mejor escuchar el consejo prudente que actuar incorrectamente por el deseo de venganza.
Cuello y corbata (cuento anecdótico)
metropolitana.evisos.net
Autor: Alexei Dumpierre, escritor cubano exiliado en Brasil
Vestirse de cuello y corbata siempre fue una gran distinción impuesta por la práctica de la sociedad burguesa, en cuyo sistema los valores externos pasaron a tener una gran importancia. Desde la época de los grandes hacendados vestidos de dril cien hasta hoy el traje ha sido la prenda de vestir que le confiere una cierta categoría social al hombre, un estatus de distinción y presencia que infelizmente conllevan mayor reconocimiento social. Digamos por ejemplo los abogados, categoría profesional que sin razón gozó siempre de alta reputación, lucían sus vestimentas de muselina inglesa confeccionados por famosos sastres y los de más alta posición social los mandaban a crear en las mejores sastrerías francesas a la medida. Algunas marcas – también de camisas de cuello y corbatas – llegaron a adquirir tanta fama que cuestan una fortuna.
En Cuba, después que los barbudos que bajaron de la Sierra Maestra se cansaron de sus fétidos uniformes verde olivo, invadieron los roperos de la burguesía que emigró de la isla y empezaron a sentir el gusto de vestirse de etiqueta. Pero claro, con la escasez los tejidos y confecciones importados fueron desapareciendo y pasó a ser una prenda de lujo, sólo en poder de los altos funcionarios del Gobierno para asistir a los enormes banquetes de recepción en embajadas, casas de protocolo o el Comité Central del Partido, en cuya invitación venía escrito: “Imprescindible cuello y corbata”
Me recuerdo que en cierta ocasión la presidenta de la Casa de las Américas recibió una de esas invitaciones, que eran las mismas para hombres y mujeres. Entonces, con el ánimo de ridiculizar a los organizadores, se puso un traje, camisa de cuello y corbata del marido y se apareció de esa forma en una actividad de alto nivel. Demás está contar lo sucedido.
Para los funcionarios de menos nivel que viajaban por el Gobierno, fue necesario abrir una tienda llamada “El Louvre”, donde se les vendía un traje, camisa, corbata, zapatos, cinto y alguna ropa interior y prendas de invierno. El gran problema era que no había variedad de los modelos y todos parecían uniformados, pero al menos estaba de cuello y corbata. Claro esta prerrogativa era de los dirigentes de categoría A, o sea: Ve A Roma, A París, A Londres. Porque a los había B, a los que se les ordenaba: B a Camagüey, B a Pinar del Río… Los de clase C: C honesto, C sincero, C fiel; Ya a los de la D se les pedía: D la vida, D la sangre, Del sudor. Y por último los infelices de la E, cuando se aparecían en una recepción les preguntaban: ¡E! y tú que haces aquí.
Pero este no fue el caso de Manolito, quien en combinación con una amiga decidieron casarse obligados por la escasez. Porque para esa ocasión de carácter nupcial el Gobierno abrió otra casa en la que se les vendía a los novios algunas ropas y productos para el hogar. Muchos hasta se casaban varias veces para adquirir los productos, que incluían comestibles y bebidas para la fiesta, con el objetivo de venderlos después a precios descomunales.
Aunque Manolito no era muy cuidadoso de su presencia física, pues se había dedicado por entero a los estudios, sintió deseos de vestirse de cuello y corbata, de manera que estaba con grandes expectativas de adquirir el suyo. Pero el pobre no tuvo la suerte de otros y al llegar su turno en la tienda sólo había trajes de tallas mayores. Con mucho esfuerzo la falsa suegra consiguió arreglarle los pantalones, pero con el saco no hubo forma. De manera que el día del simulacro de fiesta el pobre parecía un estropajo dentro de un saco de yute.
Con el tiempo el joven talentoso se fue decepcionando con todas esas vicisitudes que atraviesa el pueblo en la isla y acabó saliendo clandestinamente del país. Durante los primeros meses en Venezuela no descansó un día buscando trabajo y enviar su currículo para cuanta agencia encontraba, pero el alto índice de desempleo y las calamidades de la nación suramericana conspiraban contra sus expectativas. Finalmente un día recibió un telegrama de una multinacional en el área de turismo en el que elogiaban su extraordinario currículo. Necesitaban a un joven como él, que dominara tres idiomas y con amplio bagaje cultural, para el cual ofrecían un alto salario. Finalmente lo convocaron para una entrevista con el Gerente de la empresa una semana después.
Durante esos siete días no descansó un minuto a fin de prepararse ante las posibles preguntas. Se dedicó a repasar todos sus conocimientos de historia y geografía; tendencias del mercado turístico; vocabulario en las tres lenguas más empleados en el área de turismo; literatura universal y otros campos de la cultura; compró un libro sobre el arte de la oratoria para causar mejor impresión con las respuestas y diariamente hacía ejercidos de dicción y postura frente a un espejo. De manera que su preparación era amplia y rigurosa.
Finalmente llegó el día señalado y Manolito se levantó bien temprano. Vistió una camisa nueva de mangas largas que le había comprado la enamorada en una tienda cara, cerró el portafolio donde había colocado todos sus documentos, los tres títulos universitarios, otros de escuelas de idiomas y diplomas. Llegó al edificio en el centro de la ciudad quince minutos antes de la hora marcada, pues entre otras virtudes, era muy disciplinado. En la recepción lo interceptó un negro alto vestido de cuello y corbata.
- Buenos días. ¿Qué desea?
- Vengo a una entrevista en el décimo piso.
- Me muestra su documento de identidad, por favor.
- Si, claro, aquí está mi pasaporte.
- Efectivamente. Usted tiene una entrevista a las diez de la mañana con el gerente general. Pero infelizmente no puedo dejarlo subir.
- ¿Pero por qué? Tengo aquí todos los documentos solicitados.
- No lo dudo, pero usted no vino de cuello y corbata.
Nota: tomado del libro Dispersos por el mundo
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