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28 de junio de 2013

El celuloide fuera del armario, de Eduardo Nabal Aragón

El celuloide fuera del armario

28/06/2013. Eduardo Nabal  Hoy Vito Ruso sigue siendo conocido por The celuloid closet, un profuso  ensayo que se convirtió en un pionero documental sobre la historia del cine LGTB desde el cine mudo hasta principios de los noventa, cuando se realizo esta pequeña joya dirigida por Jeffrey Friedmann y Rob Epstein. Dos documentalistas conocidos hoy también por ser los autores de Parágrafo 175, referido a la represión de gays, lesbianas y transexuales bajo el nazismo y la relativa libertad sexual  del Berlín de entreguerras.  Y por su concienzudo  documental sobre la vida del político y activista Harvey Milk que sirvió de inspiración al célebre filme de Gus Van Sant. Recientemente han realizado Howl una original pero fallida aproximación a Allen Ginsberg y su famoso poema “Aullido” protagonizada por James Franco. En El celuloide oculto son todos y todas los que están pero no están todos los que son. El cine europeo queda en segundo plano dando una clara preponderancia a la progresiva desaparición de la censura en los grandes estudios. Se combinan imágenes de Alas o Marruecos o Rebelde sin causa con otras de Thelma y Louise, El ansia, Go fish o El banquete de bodas con declaraciones de actores, actrices, directores, productores y guionistas que hablan de tiempos oscuros y formas de decir sin mostrar con otros de intérpretes joven que, al margen de su orientación sexual, nos hablan de las imágenes, los avances y los estereotipos. El estilo ágil  y elegante de los autores del documental lo hacen de visionado agradable. Testimonios impagables como el de Arthur Laurents sobre La soga de Hitchcock con otros de Shirley McLaine sobre La calumnia, de Gore Vidal sobre De repente, el último verano  o de la activista lesbiana Susie Bright. Están en la lista Visconti, el Al Pacino de Tarde de perros o la Judith Anderson de Rebeca en un repaso ameno y caleidoscopio a la “otra historia del cine no heterosexual” realizada para enganchar de principio a fin. Hoy podemos echar en falta muchas  cosas y muchos nombres en El celuloide oculto pero en su momento, tanto el libro como el documental, fueron pioneros en desbloquear el armario de Hollywood y desenmascarar al “perro puritano”. Sucesos como la Segunda Guerra Mundial, la llegada del technicolor o, sobre todo, las revueltas de Stonewall marcaron momentos decisivos en esta lucha por la libertad de expresión.  Tal vez el resultado final  es demasiado “correcto”, demasiado adscrito al ala progresista del partido demócrata pero se agradece por su variedad de texturas y por la cantidad de información que ofrece. Hoy El celuloide oculto debería tener una continuación donde tuvieran cabida los países del llamado “tercer o cuarto mundo” así como transexuales, transgéneros o bisexuales. El entonces incipiente  “cine queer” apenas se menciona mostrando, sobre todo, la tensión entre imágenes positivas y negativas, los diálogos y las situaciones censuradas o los personajes que parecen gays y lesbianas pero no se mencionan como tales en las grandes o medianas producciones de Hollywood . Estos dos magos de la no ficción dieron voz y pusieron imágenes a la larga historia contra la censura en la que uno de los últimos tabués en caer  fue el referido al colectivo LGTB. Jeffrey Friedmann y Rob Epstein siguen en activo y el libro y el documental que realizaron con Vito Russo es ya un clásico imprescindible en la historia del cine. Un ensayo solo comparable, al menos por nuestros lares,  con el admirable trabajo de Alberto Mira “Miradas insumisas: gays y lesbianas en el cine”.

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