Indiecito existencial
El Indiecito juega a las escondidas entre las tolderias. Ignorando al cacique, distribuye sus enormes ojos entre princesas y reinas. Todas igualadas ante la zancadilla de su sonrisa inmensa, completa de belleza, de gorriones en primavera. Él no comprenderá por qué la reina toma una mazo de naipes en vez de seguir los estrictos pasos del ajedrez y dejarse de joder. Porqué tira los reyes y pierde la mano, un poco triste pero acostumbrada. Y toma un ómnibus a cualquier parte del mundo donde no existan los Indios ni los Indiecitos, ni esos ojos siderales dónde puede explicarse la esencia y el Universo.
Lejos de esos ojos que encandilaran alguna princesita acorde a las circunstancias, al requerimiento de los duendes que acarician con sus brazos, le llegará el amor que tiembla en las rodillas.Y tendrán hijos y un perro.
Y un jardín con un perro tan lejos ya de su reina.
Un ladrido la convierte en extraña y sabe dar una dama el paso al costado en el momento exacto.
Entre la princesa, el jardín y el perro.
Y el ladrido.
Y el cordero atado
El Indiecito juega a las escondidas entre las tolderias. Ignorando al cacique, distribuye sus enormes ojos entre princesas y reinas. Todas igualadas ante la zancadilla de su sonrisa inmensa, completa de belleza, de gorriones en primavera. Él no comprenderá por qué la reina toma una mazo de naipes en vez de seguir los estrictos pasos del ajedrez y dejarse de joder. Porqué tira los reyes y pierde la mano, un poco triste pero acostumbrada. Y toma un ómnibus a cualquier parte del mundo donde no existan los Indios ni los Indiecitos, ni esos ojos siderales dónde puede explicarse la esencia y el Universo.
Lejos de esos ojos que encandilaran alguna princesita acorde a las circunstancias, al requerimiento de los duendes que acarician con sus brazos, le llegará el amor que tiembla en las rodillas.Y tendrán hijos y un perro.
Y un jardín con un perro tan lejos ya de su reina.
Un ladrido la convierte en extraña y sabe dar una dama el paso al costado en el momento exacto.
Entre la princesa, el jardín y el perro.
Y el ladrido.
Y el cordero atado
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.