"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca", Jorge Luis Borges


28 de junio de 2013

Las razones de Flavi, de Eduardo Nabal Aragón

LAS RAZONES DE FLAVI


“Quienes padecen anorexia- pérdida de apetito, ayuno- son sobre todo adolescentes. Las víctimas de la agorafobia- temor a lugares abiertos o públicos- suelen ser mujeres, con mayor frecuencia amas de casa de mediana edad, al igual que las víctimas de la incapacitante artritis reumatoide.
Dichas enfermedades son causadas por la socialización patriarcal de diversos modos. Obviamente, por supuesto, es probable que cualquier chica, pero sobre todo las vivaces e imaginativas, experimente su educación en la docilidad, sometimiento y abnegación como algo en cierto sentido enfermizo. Ser entrenada en la renuncia es casi por necesidad ser entrenada para una mala salud, ya que el primer y más fuerte impulso del ser humano es su propia supervivencia, placer, afirmación”

(Sandra Gilbert y Susan Gubar “La loca en el desván. La escritora y la imaginación literaria del siglo XIX. Ed. Cátedra. Feminismos”)

“Vi los años de mi vida dispuestos a lo largo de una carretera como postes telefónicos, unidos por medio de alambres. Conté uno, dos, tres…diecinueve postes telefónicos y luego los alambres que pendían en el espacio y por mucho que lo intentara no podía ver un solo poste más después del decimonoveno”

(Sylvia Plath “La campana de cristal”. Ed. Ariel)





Flavio tiene dicienueve años y se mira al espejo dieciocho veces al día. A las doce de la noche vuelve a mirarse una vez más para ver los cambios que la tarde, las salidas, el estudio, el sexo o las fiestas han efectuado en su rostro, en sus hermosos ojos, en sus pronunciadas ojeras. Cambios que él califica a la vez de fascinantes y estremecedores. Flavio ha puesto en su a la vez tímido e insolente blogg sesenta cosas sobre sí mismo acompañadas de la advertencia de que no son del interés de nadie. A mi me interesaron todas pero sólo reproduciré aquí algunas.

. Me encanta mirar a los ojos a los profesores para incomodarles
. Amo a Virginia Woolf
. He intentado suicidarme un montón de veces
. Odio la lasaña vegetal
. Soy un manipulador nato
. Una falta de ortografía puede hacer que me desencante de alguien (a no ser que ese alguien sea muy especial)
. Prefería morirme antes de tener un hijo
.Me masturbo una vez cada quince días
. Tengo ganas de morirme cuando salgo del psiquiatra
. No creo en la Virgen María
. Creo que Jesús está un poco Over Rated
. Mi primer amor fue Arnaud, mi profesor de literatura del instituto
. Me gusta que me aten, soy medio sado-masoquista
. Fui virgen hasta los dieciocho

El espejo de Flavio es un espejo terrible e inmisericorde. Es como el de la madrastra de Blancanieves; siempre le dice la verdad del modo más cruel posible. Y a medianoche es como Cenicienta temiendo que sus encantos se conviertan en harapos, los carruajes con los que sueña en calabazas y los príncipes en viscosos y oscuros anfibios. Ese otro espejo tampoco le perdona. Y Flavio come muy poco para estar más delgado y menos sólo. O no como nada o me doy atracones, comenta. Aunque lo primero ha sucedido con más frecuencia que lo segundo. Ha pasado de 70 Kg. a 53 en sólo unos meses. Ha tardado mucho tiempo en darse cuenta de que estaba realmente enfermo y no está seguro de que en su entorno se hayan dado cuenta del todo. Aunque su familia le pague un psiquiatra de San José, la ciudad de Costa Rica en la que vive. Ese psiquiatra del que siempre sale con renovadas ideas de muerte.

Flavio escribe muy bien, ya tiene alguna publicación, y a pesar de su delgadez pronunciada es un chico hermoso, con una mirada intensa, no me extraña que haga bajar los ojos a los profesores. Es estudioso y perfeccionista. Adora a algunas de sus maestras de literatura, le gusta su profesor de gimnasia, aunque no la clase, y, en general, está decepcionado con la Universidad pues pensaba sería completamente diferente al instituto.
Flavio me ha escrito: no soy nada tímido. Tiene amigos y amigas e incluso algunos devotos de las atormentadas confesiones que leo en su blogg “Confesiones de un bibliotecario”, en el nuevo y en el que se quedo paralizado por esos misterios del ciberespacio y las tecnologías. Los dos se llaman igual. Flavio adora lo mismo Harry Potter que “El segundo sexo”, la prosa densa y modernista de la Woolf que la música a la última moda. Y por su desarmante sinceridad podría pensarse que efectivamente, la inhibición no está entre las características de su personalidad. Pero también me comenta que la principal razón de dejar de comer fue la soledad. La inmensa soledad y el vacío que siente a pesar de sus amistades y de sus ocasionales ligues con otros chicos, por lo general menos exitosos de lo que a el le gustaría. A estas alturas ya estaréis, como yo estuve a punto de hacer, clasificando, definiendo, diagnosticando o incluso descalificando a Flavio. Es inmaduro estaréis pensando, es el típico adolescente, vive en una localidad casi tercermundística que mira a los modelos culturales y corporales del Imperio, es el típico chico listo y aplicado que no se quiere y no se relaciona del todo bien con los demás, es demasiado exigente consigo mismo y con los que les rodean, es narcísico y autolesivo, es gay y todavía no lo acepta bien, es anoréxico, tiene problemas de autoestima y trastornos alimentarios, como el los llama.
Flavio no parece hacer mucho caso de esas etiquetas que le hemos puesto o que el mismo se pone ocasionalmente y desde su desván Web lanza una mirada desafiante al mundo, llena de dolor pero sobre todo de un inmenso e inclasificable amor.
Flavio casi sólo recibe comentarios de chicas que le llaman cariñosamente Flavi. Flavi ha dejado claro en su blogg que es gay, que lo pasó fatal en su pubertad y que siempre le ha gustado lo masculino. Cuenta como rezó a Dios, como cambiaba de canal cada vez que salía un torso masculino en los anuncios de colonias o calzoncillos  y como lloraba días y noches enteros. Pero ya está tranquilo y aunque fue virgen hasta los dieciocho ha tenido varias historias y muchos rollitos. Confiesa que le gusta el sexo y detesta a la gente que todavía tiene tabúes a la hora de hablar de ello.
Creo que Flavi odia la hipocresía aunque tenga que lidiar al día con ella y eso me atrae de él. Encontré su blogg en el cada vez más misterioso ciberespacio por una coincidencia en el gusto literario “Al faro”, de su adorada Woolf sobre la que piensa escribir su ensayo de fin de carrera.
Flavio sigue siendo un misterio para mí. Apenas puedo ayudarme a mí, como iba a ayudarle a él. Las razones que tuvo un día Flavio para dejar de comer y caer enfermo siguen siendo un misterio para mí y supongo que también para otros. Y creo que esta bien que así sea. ¿Por qué buscar motivos? Mejor buscar senderos, dejar las piedras, sacarlas de los bolsillos, abrir caminos  y emerger del agua. ¿Podremos Flavio? Seguro que sí. Y eso que somos muy diferentes, generaciones y tierras nos separan. Te dejo con las palabras de una de las escritoras que cito arriba. Ella no pudo enfrentarse a la vida  y nos perdimos mucho.

“Mi salvación es escribir relatos, poemas, novelas, a partir de la experiencia: ese es el porqué, o más bien, esa es la razón de que sea bueno que yo haya sufrido y haya estado en los infiernos… No puedo vivir por la vida misma, sino por las palabras que detienen el flujo. Siento que no habré vivido mi vida hasta que haya libros e historias que revivan perpetuamente en el tiempo […] Sentía que si no escribía, nadie me aceptaría como ser humano. Escribir era, pues, un sustitutivo de mí misma. Si no me queréis, quered mi escritura y queredme por ella”

(Sylvia Plath, Diarios)

Flavi, los espejos mienten. Al menos tú ya sabes cómo desafiarlos.

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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.