LA CICATRIZ DE SÓCRATES
¿Por qué, Señor,
cuando debería destilarme
en la savia de tus árboles,
a tantos años luz de mi muerte,
he de volver a apurar la cicuta?
Ya se deshilachó la manta de los efebos
y no hay piedra desconocida a mis plantas.
Tras de mí no queda
ni la memoria del viento
ni el efluvio de la magia
ni el beso de los tiempos
ni el calor de las hogazas,
ni sangre,
huesos,
voces,
nada.
En este lago enmarañado de los besos,
de los virtuales besos,
casi como caverna
busco lumbre
almohada,
su mano cálida,
su cabellera,
su envoltura tersa,
su acento antiguo
y su frontera:
una poca de amor
y mucha de alma.
¿Por qué me has resucitado
cuando creía ser feliz
en esta jaula,
encadenado en mi jaula
en mi jaula de hojalata?
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, enero de 2013
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.