TESTIMONIO DEL VELERO ERRANTE
Soy ese velero que ya viaja por inercia de fantasmas
recordando el lastre de especias que lo perfumaba
durante las iridiscentes noches del Ecuador tórrido,
en aquellos tiempos en que mi osamenta de caobas
sacudía las barricas cuando el mar caía en plomada.
Supe de piratas que olían a lavanda tras el abordaje
seduciendo con sus miradas viriles a las pasajeras
quienes elucubraban del amor tras cancela monjil
y escuché los gemidos asordinados y silibantes
de esos lamidos de tizón de mundos amurallados.
Puedo testimoniar en la Corte, Biblia en cordajes,
que no miento ni por el salitre que me carcomerá:
cuando alaba velamen sobre los husos horarios
para custodiar en vientre ideales lejos del abrazo,
barras de crueldad y misticismo a punto de crisol.
Es tan inmensa la planicie de mi memoria azulada
que, aún errante, sin mascarón, cruz o capellanes,
presumo de percutir la gran campana de los ecos,
regalando versos a poetas que mercarían gris vida
por cantos y presagios de los espectros que supuro.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, diciembre de 2012
Soy ese velero que ya viaja por inercia de fantasmas
recordando el lastre de especias que lo perfumaba
durante las iridiscentes noches del Ecuador tórrido,
en aquellos tiempos en que mi osamenta de caobas
sacudía las barricas cuando el mar caía en plomada.
Supe de piratas que olían a lavanda tras el abordaje
seduciendo con sus miradas viriles a las pasajeras
quienes elucubraban del amor tras cancela monjil
y escuché los gemidos asordinados y silibantes
de esos lamidos de tizón de mundos amurallados.
Puedo testimoniar en la Corte, Biblia en cordajes,
que no miento ni por el salitre que me carcomerá:
cuando alaba velamen sobre los husos horarios
para custodiar en vientre ideales lejos del abrazo,
barras de crueldad y misticismo a punto de crisol.
Es tan inmensa la planicie de mi memoria azulada
que, aún errante, sin mascarón, cruz o capellanes,
presumo de percutir la gran campana de los ecos,
regalando versos a poetas que mercarían gris vida
por cantos y presagios de los espectros que supuro.
© Eduardo Vladímir Fernández Fernández, diciembre de 2012
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"Criticar no es morder; es señalar con noble intento el lunar que desvanece la obra de la vida", José Martí.